Euforia. Tres ideas freireanas y un poético final / por Luz Gallegos

Estamos frente a un cambio de época y los afectos están a la orden del día. Lo vivido en México el pasado 1º de julio nos mantiene alertas. Hay quienes desconfían de los compromisos del presidente electo; sus promesas son eso: promesas, y se espera el cumplimiento. Otros muchos miran optimistas el nuevo paisaje nacional. Entre expectativas y esperanzas se encuentra un país que ha sido sistemáticamente vulnerado, y eso va más allá de las tan mencionadas décadas que el PRI ha permanecido en el poder.

Amén de la euforia que está siendo vivida de diferentes modos, sí es viable hablar de un nuevo inicio, o por lo menos de una nueva cuenta en los sexenios.

Y aunque no es poca cosa generar expectativas a una sociedad que habita un territorio que ha sido explotado por siglos, y en donde los intereses de empresas extranjeras han sido más protegidos que los de quienes lo habitan, el peligro trasciende al incumplimiento de las anunciadas posibilidades durante el tiempo de campaña: el riesgo está en volvernos espectadores de soluciones, meros vigilantes como tantos escépticos le han jurado al gobierno que tomará posesión el próximo 1º de diciembre.

Por ello, vale que en momentos como éste, en donde el cambio de época se refiere básicamente a las estrategias del nuevo ejecutivo y su equipo (puesto que la vía partidista y el gobierno internacional no dejan mucho a las transformaciones de fondo), nos impliquemos como creadoras y creadores, estudiosos de tiempos pasados, presentes y futuros. Así pues, propongo atender tres principios que Paulo Freire expuso en diferentes escritos, y que a continuación relato.

parte 1

  1. Volvernos críticos, renunciando tanto al optimismo ingenuo como a los idealismos utópicos; tornarnos críticamente optimistas[1].

Reconocernos como inacabados nos permitirá elaborar planes y proyectos que se fundamentan en la realidad, una realidad analizada, en donde la contemplación juega un papel relevante. Entonces, el tiempo, ése que nos ha sido arrebatado por la necesidad de sobrevivir, se vuelve un aliado. Reunirnos, hablarnos y escucharnos se vuelve imprescindible. Mirarnos es un requisito para generar propuestas que nos mantengan en la esperanza, una esperanza que tiene sus bases en informadas decisiones y viables posibilidades.

2. La adhesión verdadera es la coincidencia libre de opciones. Esta adhesión coincide con la confianza que las masas tienen en sí mismas y en el liderazgo revolucionario[2].

Para que el diálogo se convierta en planes factibles, se requiere de confianza, esa forma de relación que ha sido desquebrajada ante el individualismo y la competencia impuestos (a través de la educación) en un mundo guiado bajo los principios capitalistas. Para ello, se hace imprescindible el liderazgo revolucionario de quienes, en su pasión de ser y crear, suelen trabajar con aquellas y aquellos que comparten el apuro de luchar por la libertad. No son precisamente gobernantes, y es simple distinguirles: el rasgo primordial que las y los distingue es que no han perdido su humanidad, son capaces de comprender y esperar sensiblemente, al tiempo que con prontitud y paso firme llevan a cabo acciones concretas en su propia cotidianidad.

      3. La comprensión de la historia como posibilidad sería ininteligible sin un sueño. Lo       que no podemos, como seres imaginativos y curiosos, es dejar de aprender y de                   buscar[3].

Para concretar los planes y hacer viable lo inédito se requiere la acción. Ser actores implica pensar y decir, reconocer y asumir los miedos para que, en solidaridad con quienes hemos coincidido en ideales, permanezcamos en un contexto que nos haga posible la creación y la recreación de circunstancias y de nosotras mismas, de nosotros mismos. Se trata de sabernos exploradores de un mundo que está en construcción y probar experiencias conjuntas: darnos la oportunidad de errar, puesto que, como ya se ha dicho, somos seres inacabados.

Parte 2

Paulo Freire compartió estas ideas que elaboró y corroboró en el trabajo constante. Él mismo abandonó un puesto directivo en educación a nivel nacional, puesto que su radicalidad y las formas propias del gobierno no le permitieron trabajar de la manera en que sí había tenido resultados observables. Los gobiernos tienen sus modos, pero no son las únicas maneras de labrar y cultivar… de ser país. Más que las campañas, el futuro es prometedor si lo vivimos en plural.

***

Y entonces bajo la lluvia sideral,

abriendo los ojos como recién nacido,

sentí que amar no es resguardarse en uno

sino temblarse en dos.

Carlos Skliar

9 de julio de 2018

[1]  Freire, Paulo (1969). La educación como práctica de la libertad. Buenos Aires: Siglo XXI.

[2] Freire, Paulo (1970). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

[3] Freire, Paulo (1993). Pedagogía de la esperanza. México: Siglo XXI.

  • Ilustraciones de portada e interiores: Carmen Alarcón Collignon

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