I. En estos días, las conquistas laborales conseguidas en décadas pasadas con sangre, sudor y lágrimas por un sindicalismo combativo, se han evaporado por las medidas neoliberales de los tecnócratas en el gobierno. En conversaciones con jóvenes he constatado que éstos, tienen la percepción de que la condición de control y sometimiento de los trabajadores hoy día, ha sido igual en el presente como en el pasado.
Y cómo construirse una percepción distinta, cuando caemos en cuenta que también está a punto de evaporarse la memoria de los trabajadores, tanto, que los jóvenes no la perciben y si nada hacemos por recuperar su presencia y aportación en la construcción y crecimiento de la ciudad de Monterrey, seguro perderemos su gloria.
No hace mucho tiempo, quienes dirigían el gobierno espiritual de los regiomontanos honraron el esfuerzo, aportación y desempeño de los trabajadores y pobladores originarios de Nuevo León.
A solicitud del arzobispo Guillermo Tritschler y Córdova, el artista plástico Ángel Zárraga realizó entre 1942 y 1945 los murales del presbiterio de la Catedral de Monterrey. El maestro Alfonso Rubio y Rubio calificaría esta decisión como “la renovación de las artes sagradas en Monterrey” (…) por la decoración del ábside de la catedral con los murales de Ángel Zárraga (…) dice el mismo Rubio, “emprendida en contra de un rechazo generalizado de ellas lo mismo entre los eclesiásticos que entre los fieles”.
Por supuesto que hay de fieles a fieles, no pesan igual los fieles vecinos del barrio de San Luisito que los fieles dueños de fábricas, bancos y comercios. Pese al rechazo la obra de Zárraga se concluyó, aunque no como originalmente se había diseñado.
Quienes no conozcan la obra de Zárraga en la Catedral de Monterrey los invito a darse el tiempo para visitarla, no realizaré aquí una descripción pormenorizada de ella, sólo destacaré la presencia de los trabajadores del campo y de la ciudad en este sitio sagrado.
En el muro sur, o mural del lado derecho, abajo se refieren tres pasajes bíblicos; el milagro de las bodas de Caná, la multiplicación de los panes y los peces y la resurrección de Cristo. En la parte superior a todo lo ancho del muro se destacan entre enormes y abrazadoras lenguas de fuego tres obreros con su característica ropa azul mezclilla y herramientas de trabajo en mano, en el fondo las chimeneas de las fábricas. En el extremo izquierdo del mismo mural entre un árbol de naranjas se inclina un campesino a recoger un cesto colmado de ese fruto. Rematan este mural encima de las ventanas dos ángeles que sostienen un cartel con el anagrama de la virgen y el escudo del arzobispo Tritschler. Con esta obra constatamos el reconocimiento y la firme presencia de los trabajadores de Nuevo León, en tiempos no tan remotos.
II. El Corrido es otra manifestación donde hemos encontrado constancia de la memoria obrera. El corrido tiene una trayectoria que nadie contradice, forma parte del universo de la lírica narrativa, epopeyas o cantares de gesta, romances y los huehuetlatholli, entre otras expresiones.
En el periódico El Machete, en su edición de abril de 1931, localizamos “El Corrido de la Fundición”, el cual describe un movimiento laboral registrado en la American Smelting and Refining Co. (ASARCO), el episodio narrado termina con un triunfo para los obreros imprimiéndole al corrido un acto celebratorio.
Los hechos que el corrido describe se verificaron el 8 de enero de 1931, desde 1929, Los trabajadores de la ASARCO se organizaron en la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), adherida a la Cámara de Trabajo de Nuevo León, no obstante los patrones a la menor oportunidad continuaban negociando individualmente con los trabajadores su contratación, pasando por alto la organización sindical. Las medidas de seguridad e higiene eran otro asunto descuidado, a ello se sumaban jornadas extenuantes en un ambiente cargado de productos químicos y su exposición ante las reacciones de éstos, lo cual provocaba continuos mareos y desmayos, afectando gravemente su organismo. Cuando los obreros enfermaban casi de inmediato los desocupaban sustituyéndolos por trabajadores jóvenes.
Los primeros días de enero de 1931 por enésima vez los obreros reclaman calzado de protección de hule y madera, necesario para el desempeño de su trabajo. Ante la queja del sindicato, el inspector federal de trabajo acude a la ASARCO, el obrero integrante del sindicato y titular de la comisión de seguridad acompaña al inspector federal en un recorrido al interior de la empresa, para que constate y tome nota de las nulas condiciones de higiene y seguridad.
Al día siguiente, la empresa suspende por siete días al acompañante del inspector de trabajo en su recorrido por la fábrica. Estos hechos son la pauta del “Corrido de la Fundición” los obreros acuerdan un paro de brazos caídos al interior de la empresa por cuatro horas en el primer turno, en caso de persistir el castigo de suspensión se extendería el paro al segundo y tercer turno. Este acuerdo se propaga y la mayoría de los obreros ejecuta el paro como protesta por la medida contra el trabajador y deciden no salir de la fábrica hasta lograr su reinstalación.
Los patrones al verificar el paro solidario, no tienen más remedio que negociar la reinstalación del obrero suspendido. Y esta lucha en el Corrido quedó, los obreros no permitirían que se continuaran lesionando los intereses de su organización, eran los días estelares del sindicalismo regiomontano.
Como dice don Andrés Henestrosa: de dos ríos es cauce el corrido: del río de las ideas y del río de los sentimientos…aquí fluye uno que canta con alegría una victoria del sindicato de obreros de la ASARCO.
15 de enero de 2018
CORRIDO DE LA FUNDICIÓN
(Enero de 1931)
Aquí les voy a contar/ pero se sientan un rato
El que compuso estos versos/ es miembro del sindicato
Pues el día 8 de enero/ este suceso pasó
Que en la afinación del 3/ la gente se sublevó.
Andaba el viejito Cox/ agarrándose la frente
Cuando detracito de él/ llegó el superintendente.
Mister Earle le dijo a Romo/ con muchísimo coraje:
“Pues usté es el responsable/ que la gente no trabaje”.
Y Romo le contestó/ mirando pa´ la escalera:
“Écheme la culpa a mí/ como se la echó a Juan Guerra.
-Pues el jorobado Baker/ andaba muy enojado
Diciendo que’ra pendejo/ todo el sindicalizado.
Se le hacía como duda/ de la paralización
Creían que no eran ni diez/ los de la organización.
Y el inspector del trabajo/ hacía por el capital
Andaba buscando gente/ pa´ meterla a trabajar
Chaparreras y el Coyote/ ya querían hasta llorar
Diciéndole a Green y a Kipp/ que ellos querían trabajar.
Compañeros me dispensan/ de lo que me iba faltando
Que’l tal Rodríguez y Aurelio/ sí se quedaron doblando.
– ¡Ah que amigos tan bárbaros!/ Se los digo con razón
Por eso no se mantienen/ fuera de la fundición.
-Pues como a las 5 veinte/ el señor Llanas llegó:
“¡A trabajar camaradas/ que ya Robinson firmó!”
Ya con está me despido/ con la flor de Jericó
Ya nomas dos versos faltan/ en los cuales iré yo:
El que compuso estos versos/ de un árbol cortó una rama
Si quieren saber su nombre/ pregunten cómo se llama.
Bibliografía:
El Machete, primera quincena de abril 1931. p. 4
AGENL. Conciliación y Arbitraje, caja 2 exp. 18, 1928.
Mendirichaga, Tomás y Xavier. La Catedral de Monterrey. 1980.
Salazar, Humberto. Nuevo León Cincuenta Años de Cultura. 1995.