
Es la semana previa al 8 de marzo y me toca escribir nuestra columna semanal de Académicxs que saldrá justo en la víspera. Una pulsión de cuerpo masculino y feminismo conservador -además del inconfesable deseo de posponer mi compromiso- me lleva a proponer ceder mi lugar a las mujeres del grupo. Ni modo con los compañeros, los asumía con las mismas pulsiones y deseos que yo.
Ninguna de las colegas dijo yo, y ahí creo que fue también por mi mismo deseo inconfesable. O por la ganada legitimidad para pronunciar la más soberana de las palabras: NO.

Total, fui declarado “vocero oficial” del grupo. Ni modo, habré de armarme de un motivo y justificar una posición desde mi cuerpo normado. El motivo me lo estaban dando mis compañeres, más ocurrentes que concurrentes, pero siempre presentes. Gente de corazón. Fluorescente.

La posición, también me la estaban dando mis compañeres. De ahí proviene mi cara de asombro. Después de dos minutos, descubrí, asumí o me hice a la idea de que eso significaba que me tocaba decir colectivamente. Cuerpo asamblea, que diría la filósofa de moda. Feminista.

No voy a seguir con este método impúdico para revelar el debate posterior -tampoco hay morbo, no se crean-, pero sí voy a decir algo que comentó Rodo, que me parece un buen punto para discutir ahora, en la víspera, y después: ¿es el feminismo solo para las mujeres biológicas?; ¿qué es un cuerpo masculino en política feminista?; ¿es inherente e inevitablemente transgénero el feminismo? En definitiva, ¿quién escribe el 8 de marzo?
Quién escribe el 8 de marzo es una pregunta práctica, concreta, programática e inminente porque se formula en la víspera. Pero justo por todo ello es una pregunta que contiene asuntos fundamentales: quién escribe el 8 de marzo podría leerse también como quién escribe un 8 de marzo o, más aún, fíjense: ¿quiénes escriben los ochos de marzo?
Esa pregunta, en todos los casos referida al sujeto, formulada en plural se politiza. Hay algo del orden del sujeto político en la pregunta. O histórico, que al fin y al cabo los sujetos políticos escriben la historia. Político o histórico, pero digamos que es un cuerpo colectivo que porta en sí mismo y en los cuerpos individuales que lo conforman una marca de dominación y una propuesta de liberación. Ambas cosas amplias, importantes, de escala, “universal”, diríamos en lenguaje moderno, pero todo ello por concreto, porque esa dominación es en el cuerpo de las mujeres. De las mujeres y también de los hombres y de las mujeres de cuerpos indóciles a los mandatos patriarcales.
“Los sujetos políticos son protagonistas de revoluciones”, seguro han de decir esos manuales escolares que espantan a la derecha. Son fantasmas que recorren el mundo, acechantes para algunos, ilusionantes para otres. Portan un cambio cultural de esos que hacen época, que hacen historia y hacen LA historia. Hay allí pensamiento, teoría y potencia que transforma. Deseo. Deseo de cambio que es tanto más radical cuanto más afianzado, concreto y generalizado es el principio que resume la dominación y despeja el panorama de liberación: el patriarcado. El patriarcado es el principio del fin, síntesis de dominación y deseo de liberación. Potencia que aloja “el deseo de cambiarlo todo”, dice Verónica Gago. Mucha cosa y muchas cosas. Un nuevo vocabulario político, diría, con capacidad de síntesis para reunir y combinar denuncias de dominación y sujeción (interseccionalidad); con creatividad como para plantear nuevas soberanías sobre el cuerpo al punto de desbiologizarlo, volverlo transgénero y todo ello con la fuerza y la ilusión de reutopizar el presente.
A todo ello Rodo lo llama en nuestro chat “cambio cultural”. Y dice no querer estar fuera de todo ello, que son cosas de mucho calibre y de muy vasto alcance. Yo coincido con él y creo que la vía es desbiologizar los cuerpos. Es la vía para disipar las violencias que lo acechan; es la vía para generar nuevos vínculos; es la vía para despatriarcalizar la sociedad; es la vía para vigorizar el cuerpo del sujeto político feminista; es la vía para escribir los ochos de marzo. Es la víspera.

Agradecimientos a les compañeres. Por orden de aparición y según mi denominación de mi WhatsApp:
Luz Verónica Gallegos Cantú como Luz Gallegos
Lylia Palacios Hernández como Lylia Palacios
Rodolfo García Martínez como Rodo Italia
Meynardo Vázquez Esquivel como Meynardo Vázquez
El colectivo como mi cuerpo asamblea
7 de marzo de 2023