Mi maestro, Lutz Brinckmann (1937-1990)/ Por Meynardo Vázquez

                                            

De vida irregular
No fuimos personas comunes y corrientes.
Durante muchos años tuvimos diecinueve años.
Propensos a la disidencia y al escándalo
ejercimos el desdén hasta la indiferencia.
Hoy, maduros ya, mas nunca viejos,
seguimos siendo gente rara.
Nuestra rareza brinda a las gentes de bien
un prisma perfecto en qué mirarse
y seguir siendo, felizmente,
personas comunes y corrientes.

Jorge Cantú de la Garza


El veintidós de agosto de 1937 en la ciudad alemana de Hamburgo, nació Lutz Brinckmann, hijo de Karl Brinckmann y Gretel Schlombohm. Podemos decir que Lutz nació bajo el signo de la guerra, pues ese día tuvo lugar la más descomunal batalla aérea  en Shanghai, entre nipones y chinos. Este conflicto, la invasión de Japón a China, fue el peldaño inicial de la Segunda Guerra Mundial, el siguiente y definitivo, fue la invasión militar de Alemania a Polonia, en septiembre de 1939.

Como si hubiese tratado de borrar de su memoria las devastadoras escenas de la guerra, que atestiguó siendo niño, Lutz Brinckmann solo una vez reveló ante nosotros –en la intimidad de su familia– algunos destellos de aquellos años en que sus padres, él y Giselle, su hermana menor,  vivieron refugiados en una aldea rural aquellos largos días de la guerra.

Mientras aspiraba el tabaco de sus cigarrillos Delicados, recordaba que su familia tenía solo una gallina que era proveedora de alimento. Recordaba que Lutz niño, día a día, procuraba no  perderla de vista, vigilaba los movimientos del ave y, cuando se  echaba en una maceta que era su ponedero o nido, el pequeño Lutz se mantenía observando por largo tiempo en espera del fruto ansiado, que se transformaba en parte del pan de cada día.

Durante los años 1955 a 1960, en la Universidad de Hamburgo, realizó su primera etapa de estudiante en la Facultad de Humanidades. Al iniciar el año escolar de 1960 tenía definida su vocación académica, sumándose al grupo de estudiantes dirigidos por el Dr. Günter Zimmermann (1914-1972) Historiador, Antropólogo, Etnólogo. Catedrático de Estudios Americanistas y director del Arbeitsstelle für Lateinamerikanische Sprachen und Kulturen (Instituto de Investigaciones de Lenguas y Culturas de América Indígena), Zimmermann fue uno de los americanistas de mayor reconocimiento en el mundo moderno de habla alemana.

La notable figura del profesor Zimmermann había logrado persuadir al joven Lutz Brinckmann, quien en sus cursos aprende Náhuatl Clásico. De él adquiere aquel amplio bagaje académico que lo caracterizaba: Náhuatl, un vasto conocimiento de la  cultura de México y Mesoamérica; historia e historiografía colonial y antropología.

De 1964 a 1965, Brinckmann vivió una estancia académica fundamental en la Universidad de Sevilla, acentuando su preparación en Historia Social y Administrativa de América Latina, Derecho Indiano y Paleografía Hispanoamericana. Su estadía en la península ibérica le permitió delinear uno de sus proyectos de investigación, aprovechando para tal propósito el acervo del Archivo General de Indias en Sevilla y el Archivo Nacional de Madrid; en ellos obtuvo información abundante, con la cual delineó su investigación sobre la población en México del siglo XVI.

De regreso a Hamburgo, dos acontecimientos significativos ocurren en la vida de Lutz Brinckmann. Ese año de 1966, contrae matrimonio con Bärbel Trebschun; siendo aún estudiantes universitarios, ambos estudian y trabajan. Vivirán  con otros jóvenes estudiantes de la época en una comuna estudiantil y, ese mismo año también, asume la jefatura del Catálogo Central de Literatura Iberoamericana del Instituto Iberoamericano en Hamburgo.

El año de 1969, consigue el grado de Doctor en Historia por la Universidad de Hamburgo, con su trabajo titulado: “Las relaciones geográficas de los agustinos en la Nueva España, 1571-1572”. Su nuevo grado académico le permitió regresar al Instituto de Lenguas y Culturas Indígenas y trabajar al lado de su maestro el Dr. Günter Zimmermann, desempeñándose como su asistente.

Creo que el profesor Zimmermann no sólo se había propuesto heredar a Lutz Brinckmann su querencia por México y América Latina, sino también su cátedra; revisando el archivo de Lutz me encontré un manuscrito del Dr. Zimmermann dedicado a mi maestro. Eran las galeras de un diccionario Náhuatl-Alemán, con anotaciones al margen de puño y letra del maestro Zimmermann. Hoy, con la posibilidad de internet para revisar fondos documentales y bibliográficos, me entero que este diccionario no figura entre las obras inéditas del Dr. Zimmermann. Afortunadamente, por su importancia,  la familia Brinckmann ha repatriado este manuscrito.

La Fundación Alemana para la Investigación Científica, Deutsche Forschungsgemeinschaft, le concedió una beca a Brinckmann en 1971, para su investigación histórico-demográfica en México; Lutz definió para este proyecto trabajar la región Puebla-Tlaxcala, pues contaba con referencias y antecedentes debido a que Zimmermann la contemplaba entre sus proyectos.

El apoyo económico de la beca  permitirá a la familia Brinckmann viajar por vez primera a México, trayendo a su pequeña Jennifer, y realizar una estancia académica de un año entre 1972 y 1973. Este periodo de acopio de información permitió darle mayor calado a su investigación, cuyo objetivo era realizar un análisis estructural, comparativo, entre poblaciones de Oaxaca y Puebla; conocer la interdependencia entre campo y ciudad en el siglo XVIII. Con ese propósito, Lutz revisó archivos civiles y religiosos. Del capítulo referente a la estructura demográfica y estratificación social, transcribió, copió y fotografió documentos. Con ese acervo en sus valijas, colmados de recuerdos y emociones, los Brinckmann regresaron a Hamburgo en los  primeros meses de 1973. Si hubiesen demorado unos meses, su hijo, Jon Inti, habría nacido en México.

El movimiento estudiantil que recorrió el mundo en 1968, modificó estructuras académicas en muchas universidades. Igual sucedió en los claustros de Alemania, donde la reforma académica desapareció facultades y creó departamentos. En su reincorporación a la Universidad de Hamburgo, los Brinckmann viven el corolario del sesenta y ocho, continúan los debates, entre resistencia y cambio en la  función y objetivos de la investigación social. Recién reintegrado en 1973, a sugerencia de los integrantes del Centro de Estudios Latinoamericanos, Lutz Brinckmann asume de manera efímera la dirección, pues al  siguiente año no figura más en el cargo. El retorno a México de Lutz y su familia pudiese guardar alguna relación con ese efímero cargo directivo de 1974. Solo es una suposición mía, fundamentada en el comportamiento de los cuerpos académicos de cualquier lugar del mundo cuando ven afectados sus intereses.

Como solemos decir, no hay mal que por bien no venga. En el curso del año 1975, recibirá la familia Brinckmann una buena noticia: la solicitud enviada por Bärbel a un programa de intercambio académico México-Alemania fue aceptada. Con una pequeña salvedad, que la institución académica, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), se encontraba distante del México profundo. El Tec está al norte de México, en la capital del estado de Nuevo León. Sin imaginar que su retorno sería un regreso definitivo, la familia Brinckmann llega a nuestro país. En sus documentos oficiales se estampó el registro: 19 de septiembre de 1975.

Con cierta prontitud lograron integrarse al círculo académico. Lutz Brinckmann llega a desempeñar el cargo de director administrativo del Centro Cultural Alemán en Monterrey. Al mismo tiempo, inicia su labor docente como maestro invitado en los colegios de Historia y Sociología de la facultad de Filosofía y Letras, en la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Desde entonces, Lutz recorrió aulas y pasillos de la facultad, con su maleta de cuero al hombro, llevando consigo sus mapas grandes, enrollados. Sus cursos eran un prisma de acontecimientos históricos abordados con minuciosidad, pero sobre todo con rigor y pasión.

En la materia de Medio Oriente, nos llevaba con detalle al imperio turco-otomano, y nos regresaba al presente con la revuelta encabezada por los chiitas en Irán, que terminó deponiendo al Sha Reza Pahlevi. Nunca leímos tanto acerca del medio oriente, de los árabes y su cultura, como entonces. Su cátedra no se limitó al aula. En 1977 organizó para sus alumnos un viaje a Oaxaca y, al iniciar la siguiente década, Lutz guiaría a más de una docena de estudiantes a museos e instituciones académicas de ciudades alemanas.

A mediados de los setentas, Monterrey atestiguó una activa participación ciudadana, alentada desde los sindicatos obreros, y acompañada por grupos estudiantiles universitarios, destacando aquí un articulado movimiento urbano que exigía vivienda y se expresaba a través del Frente Popular Tierra y Libertad. Esta organización agrupaba un considerable número de colonos. Sus dirigentes dispusieron realizar en todas sus colonias los domingos rojos, simbolizando así el día de trabajo colectivo. Lutz Brinckmann y su familia participaron  en aquellos domingos rojos en la Colonia San Ángel del sur. Allí, mientras los padres de familia realizaban faenas para introducir los servicios públicos, Bärbel y Lutz (Bárbara y Luis, como se llamaban mutuamente) atendían actividades en los talleres que ellos mismos organizaban, donde las niñas y los niños de esa comunidad, jugando aprendieron a ser empáticos.

Iniciando 1980, otro dilema se presenta en la vida de la familia Brinckmann. Concluidos los compromisos laborales de Bärbel en el ITESM y los de Lutz en el Centro Cultural Alemán, la opción de retornar a su país no es precisamente lo que desean y alargar su estancia en México no parecía estar a su  alcance. Sin embargo, el  reciente cambio de autoridades en la UANL, favorece su estancia de manera definitiva en México. El nuevo rector, Alfredo Piñeyro López, les ofrece trabajar en su equipo. El Dr. Piñeyro, que realizó su posgrado en el estado alemán de Turingia, conocía  a Lutz y Bärbel desde el Centro Cultural Alemán. El rector les propone que integren un equipo y que ellos se desempeñen al frente del Departamento de Asesoría Académica.

Antes de asumir su nueva responsabilidad, Luis y Bárbara citan en su casa a un grupo de estudiantes. Ante ellos exponen su decisión. Si alguien cuestionó la elección del rector Piñeyro López, habíamos sido los estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras. En esa reunión, Lutz Brinckmann y su esposa nos comunican una decisión que llevaba implícito tener un trabajo permanente que les permitiría quedarse a vivir en México, como así fue. A distancia, esta deferencia con sus estudiantes cobra mayor relevancia, pues en el mismo periodo, algunos conocidos militantes del Partido Comunista Mexicano, y de otras corrientes supuestamente de izquierda, defeccionaron y ni de lejos tuvieron ese pundonor con sus correligionarios.

Pendiente queda hoy hacer el recuento que desde el Departamento de Asesoría Académica realizaron Lutz Brinckmann y la Dra. Bärbel Trebschun durante la gestión de tres rectores. De lo que no queda duda es que su quehacer al frente de ese departamento fue clave en los programas que vinculan desde entonces, la investigación con los estudios de maestrías y doctorados, su participación en la creación de la Unidad Linares de la UANL y un amplio trabajo en programas de capacitación e intercambio académico docente entre nuestra institución y varias universidades y agencias educativas alemanas.


Quiero concluir este breve perfil de mi maestro Lutz Brinckmann con palabras ya escritas, que sirven para refrendar el sentimiento y gratitud de una generación de estudiantes.  Humberto Salazar, abrevia el quehacer de Lutz en un par de renglones: El magisterio de Lutz y Bárbara con sus estudiantes sobrevolaba el ámbito del pizarrón y de los exámenes, salía a tomar el aire de los días. Magisterio existencial y moral, más que académico o ideológico. Paco Ruiz (Francisco Ruiz Solís) a su vez escribió: Lutz Brinckmann participó directamente en nuestra comprensión de la dimensión histórica de los procesos sociales, económicos y políticos que nos dio una perspectiva consistente sobre el mundo. Lutz nos dio también una imagen. Fue un hombre sencillo y erudito en su campo; más interesado en los valores prehispánicos y de la mexicanidad que muchos de los habitantes de este país. Las clases de historia de Lutz, su imagen, la amistad con sus alumnos, la antisolemnidad y antiautoritarismo forman parte de nosotros. Hay muchas cosas que se pueden decir en la memoria de un hombre; sin embargo, sólo diré que Lutz Brinckmann representa para mí, la figura intelectual más sencilla que recuerdo con mayor aprecio. Es notable su ausencia en esta ciudad que no respeta las huellas del pasado.

24 de mayo de 2021

** Portada: Dibujo de Lutz, realizado por David Hipólito.

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