Y ahora que estamos juntas… /por Ana Luisa González Rosas

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Y ahora que sí nos ven
abajo el patriarcado
se va a caer, se va a caer

Nadie puede negar que en los últimos años el mundo se encuentra sumido en las más grandes contradicciones. Por un lado, la ideología conservadora avanza apoderándose de puestos de poder: la más reciente victoria en las elecciones brasileñas de Jair Bolsonaro es un ejemplo de la amenaza del regreso de gobiernos fascistas; amenaza que también se ve reflejada en otros países como Argentina, Colombia, USA, Francia y España, apoyada por manifestaciones públicas cada día más numerosas y atrevidas.  ¿Quién imaginaría que en menos de 100 años personas abiertamente nacionalsocialistas caminarían nuevamente en las calles reivindicando su ideología?

Por otro lado, continúa el crecimiento de grupos que se organizan frente a otras necesidades vitales y estructuras diferentes a las del poder sistémico y la democracia representativa. Son personas que se sienten llamadas ya no sólo a participar de manera aislada o cada determinado tiempo. La idea de crear otros mundos, expuesta por diferentes movimientos en la segunda mitad del siglo XX e inicios del siglo XXI, persiste y se refuerza ante los resultados de años de trabajo, tal vez poco vistosos o desconocidos mediáticamente. Raúl Zibechi, en una entrevista reciente, menciona a propósito de las nuevas formas de encontrarse y de organizarse “…es un síntoma claro de que los movimientos ya no sólo resisten y tratan de avanzar en esa resistencia, sino que también crean y son importantes porque son necesarios esos lugares, como acá en el CIDECI donde sentirse tranquilo, seguro, cómodo y poder hablar.”

Uno de los movimientos que ha crecido exponencialmente tiene que ver con la organización de las  mujeres frente a temas que nos afectan y que siguen permaneciendo en la injusticia social: movimientos como la Marea Verde, el #MeToo, la Huelga del 8 de Marzo y otras respuestas organizadas a diferentes afrentas de las cuales las instituciones del Estado son responsables, tales como leyes regresivas, sentencias liberadoras de violadores y asesinos, o la criminalización de algunas mujeres. Para algunos esas respuestas son solo expresiones  espontáneas a sentimientos de nuestra  impotencia o enojo: se nos sigue arrojando al rincón del sentimentalismo, despojándonos por completo de nuestra capacidad de agencia y de convertirnos en sujetas políticas capaces de construir profundas relaciones que nos permiten formas de vida emergentes.

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Performance contra el feminicidio. Foto: Ana Luisa González

En Nuevo León existimos desde hace años mujeres que nos asumimos feministas y otras que no se nombran así, que nos hemos ido organizado desde diferentes plataformas, organizaciones y colectivas; algunas aliadas al Estado, otras confrontándole abiertamente y otras en todos los tonos de gris que hay de por medio. Sin embargo, había un vacío para aquellas mujeres que no encuentran un espacio para su participación, un sitio que les permita transformar las buenas intenciones en acciones que impacten directamente sus vidas y las de otras.

A mediados de julio de este año la comunidad neoleonesa se vio impactada por la noticia de que la niña Ana Lisbeth Polina Ramírez había sido desaparecida y días después su cuerpo localizado sin vida. La indignación social se dejó sentir en diversas manifestaciones, una de ellas iniciada en un chat de Facebook, una simple propuesta que hizo eco y que convocó a un poco más de cien mujeres, niñas y niños a realizar actividades lúdicas y de denuncia. La calle se vistió con carteles, imágenes, demandas, un mural donde se podía hablar de lo que se sentía, un círculo de bordado para no olvidar y mantener la memoria, y al final una marcha.

Y ante las preguntas constantes de: qué pasa al día siguiente y después de la marcha qué sigue; algunas de las que coincidimos esa tarde nos vimos otro día para evaluar la acción, compartir cómo nos sentíamos y sobre todo para proponer no dar por terminado ese encuentro. Así surge la idea de reunirnos cada determinado tiempo, otra propone no dejar las calles, una más recuerda que en nuestra ciudad ya hubo mujeres valientes que ocuparon un espacio público para no olvidar, otra más propone un lugar y surge lo que bautizamos como Asamblea Feminista N.L.

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Tomar la calle. Foto: Ana Luisa González

La convocatoria se hizo para una noche caliente de canícula en una plaza del centro de Monterrey. Llegaron bastantes mujeres, algunas ya veteranas, pero la mayoría de ellas con poca o nula experiencia previa en la organización social, no obstante con muchas ganas de empezar a hacer algo. Se tomaron acuerdos, entre ellos que todo se decide cara a cara, directamente en las reuniones, habitando el espacio elegido. Sorprendentemente, lo más demandado era salir de las redes sociales, espacio donde el feminismo ha crecido pero se limita a una opinión individual que pocas veces se materializa en acciones colectivas. Se hizo evidente el deseo de un compromiso a largo plazo, una necesidad de vincularse a otras que tienen historias similares, donde el ser mujer es determinante de cómo se camina la cotidianidad y qué retos se enfrentan.

Haciendo un recuento: a lo largo de seis meses hemos crecido. Trabajar colectivamente no es fácil, hay que aprender a escuchar, proponer, ceder y a tomar decisiones en donde el consenso es la vía y el método. Las que al principio eran calladas cada vez se animan más a expresar sus ideas; algunas no volvieron, pero otras se han acercado. Las primeras veces los compromisos no se cumplían del todo, sin embargo el empeño y la constancia nos ha enseñado las repercusiones de no hacerlo en la vida colectiva. Y aunque es difícil encontrar tiempo y renunciar a otros compromisos, vale el esfuerzo. No somos un colectivo, ni una organización, pero estamos organizadas, politizadas, y dentro de ello somos plurales. Nuestra mejor herramienta es la creatividad y la hemos puesto en práctica estos meses, con diferentes acciones sobre temas que nos tocan, como el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y contra la violencia feminicida. Y sobre todo, construimos un lugar para sentirnos seguras, cómodas, escuchadas y donde podemos hablar.

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Vagón verde. Fotos: Asamblea Feminista N.L.

Rita Laura Segato, en su reciente visita a la ciudad de México, donde impartió un seminario, hizo especial énfasis en que es momento de apostar por los vínculos que nos lleven a una pertenencia dentro de nuestra comunidad. Entender la violencia de género desde esta perspectiva de comunitariedad nos obliga a sacarla del ámbito de la intimidad, de las vidas privadas, de algo que pasa en la historia de algunas mujeres; abre las oportunidades para pensar los engranajes del sistema patriarcal más allá de las instituciones que dicen representarnos y velar por nuestra seguridad, en donde si seguimos confiando, la justicia nunca llegará a destino. Los vínculos creados ya no sólo dan una oposición a este sistema, le dan una salida, rompen con lo impuesto y demuestran que otras formas de (con)vivir son posibles.

Nos encontramos cada mes, tal vez no es mucho, tal vez no es poco, pero nos estamos cambiando, estamos abonando a esos mundos que ya no sólo resisten sino que existen y nos permiten ser.

10 de diciembre de 2018

*Si te interesa asistir a la asamblea busca el perfil de la Asamblea Feminista N.L. en Facebook, donde se anuncia las fechas y el lugar de reunión.

**Foto de portada: Vagón verde, acción de la Asamblea Feminista N.L. en el Metro de Monterrey.

A nuestros colegas y lectores:

Vozes Compartidas es una invitación para todas aquellas personas que como docentes, investigadores o estudiantes de cualquier parte del país-mundo quieran compartir sus análisis, ensayos, propuestas, denuncias… que desde  los días que corren o desde la historia contribuyan al aliento del compromiso académico, ejerciendo la crítica social y  fortaleciendo la defensa de los derechos humanos, sociales y comunitarios.

Les agradeceremos que quienes así lo deseen nos envíen sus textos con título, nombre completo e institución donde trabaja o estudia. Se recibirán escritos con una extensión entre 500 y 1000 palabras solicitando se incluya una o dos imágenes alusivas, de preferencia de alta resolución.  Tan pronto recibamos sus textos  alguno de los integrantes del Colectivo entrará en comunicación con él/la autor/a para la revisión-edición y publicación. Correo: academicxsmty@gmail.com 

 

Un comentario

  1. Es hermoso ver cómo más gente se interesa y participa activamente fuera de redes dentro de sus posibilidades, realmente importante ganar esos espacios para, como dices (con)vivir de otras formas, vinculándonos y cambiando a otros mundos.
    ¡Se va a caer!

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