
En nuestro país no sólo los estudiantes que asistieron a la marcha del 10 de junio de 1971 en la Ciudad de México sufrieron los ataques de los cuerpos represivos irregulares llamados Halcones. Este grupo paramilitar, dado a conocer durante el régimen de Luis Echeverría, fue creado y entrenado para reprimir la disidencia y encubrir la responsabilidad gubernamental, disfrazando la represión del Estado al hacerla aparecer ante la opinión pública como un conflicto interno entre los grupos u organizaciones.
Los Halcones también fueron utilizados por el régimen para acallar las demandas democráticas de los trabajadores y exterminar a los opositores al charrismo sindical, tal fue el caso del violento ataque que los Halcones realizaron contra los miembros del Movimiento Sindical Ferrocarrilero el 10 de marzo de 1972 en Monterrey, con un saldo de 3 muertos, numerosos trabajadores heridos y un centenar de detenidos. Este 2022 los trabajadores conmemoramos el 50 aniversario de esta brutal agresión cuya memoria permanece en la clase obrera, así como también se tiene presente la impunidad reinante.
Junto con los mineros, los trabajadores ferrocarrileros son los sectores obreros con mayor tradición de lucha en México. En particular, los ferrocarrileros de Nuevo León agrupados en la Sección 19 han sido uno de los núcleos obreros más antiguos -datan de fines del siglo XIX- y uno de los gremios que permanentemente han luchado por mejores condiciones de trabajo y una vida sindical democrática para todos los trabajadores.
Expresión de lo anterior son las luchas que miembros de esta sección desarrollaron contra Díaz de León cuando apenas iniciaba el charrismo sindical (1948), la implementación del “tortuguismo” (1954) que desarrollaron Luciano Cedillo y Jesús Rivera, lo cual les costó varios años de cárcel, así como la activa participación del gremio en las grandes luchas de 1958-59, participación que fue castigada por el régimen autoritario con la cárcel para Valentín Campa y Demetrio Vallejo y con la muerte de Román Guerra Montemayor, miembro del Comité Estatal del Partido Comunista Mexicano. A esta lista, se suma la gesta democrática de 1972.

En el Monterrey de inicios del siglo XX, el ferrocarril fue considerado como el vehículo de la modernidad, una máquina que, al favorecer la circulación de mercancías y personas, conduciría al progreso. Sin embargo, a los flamantes empresarios siempre les disgustó que este transporte también favoreciera la circulación de ideas y experiencias laborales y organizativas, las cuales fueron rápidamente implementada por los trabajadores del riel.
Así, las reivindicaciones laborales y sindicales de los conductores de esa maquinaria del progreso, de los obreros del ferrocarril, fueron consideradas como nocivas, subversivas e ilegales. Por ello no es casual que haya sido precisamente en este sector donde surgió el charrismo sindical mexicano en 1948, con Jesús Díaz de León “El Charro” y que cuando los ferrocarrileros ejercieron o exigieron democracia sindical estas demandas hayan sido castigadas como el peor de los crímenes, como fue el caso de Monterrey en marzo de 1972.
Entusiasmados por la reciente democratización sindical de la Sección 67 de Fundidora Monterrey y por la visita de Demetrio Vallejo al salir de la cárcel después de 11 años de prisión (1971), los ferrocarrileros deciden revivir su movimiento por democracia sindical a través del Movimiento Sindical Ferrocarrilero (MSF) y nombran a Pedro Osorno, Juan Medrano, Lázaro Zertuche, Raymundo Villarreal, García Prieto y otros, como sus dirigentes.
Apoyados por el Frente Democrático Obrero Estudiantil (FDOE), que agrupaba a estudiantes universitarios, maestros democráticos, colonos y mineros, los obreros del riel organizaron numerosas actividades que culminaron con la toma del sindicato el 7 de enero de 1972:
“En medio de una trifulca, 800 trabajadores ferrocarrileros desalojan a los miembros del comité ejecutivo de la Sección 19 y se encierran en el recinto sindical. Las patrullas rondan el edificio sin intervenir, en tanto que estudiantes de la Universidad y de la Normal Superior les llevan a diario alimentos. Así transcurre una semana esperando el contrataque, pero como nada ocurre, deciden abrir las puertas del sindicato y llamar a una asamblea en la que participan cerca de 3,000 trabajadores. Se elige un nuevo comité ejecutivo con Pedro Osorno como secretario general. El Movimiento Sindical Ferrocarrilero participa en la formación del Frente Obrero Estudiantil y se vincula con otros movimientos de la época: con los electricistas, con el sindicato de la UANL y con las obreras de Medalla de Oro.” (Pozas 2017: 282)
Fue en la madrugada del 10 de marzo de 1972 cuando los ferrocarrileros, acuartelados en el edificio sindical, fueron agredidos por un grupo de hombres armados de metralletas, pistolas y bombas molotov que buscaban recuperar las instalaciones del sindicato. No obstante, ya habían sido alertados por sus compañeros en la Ciudad de México a través de un telegrama en el que se les advertía que “dos vagones del ferrocarril con “halcones” habían salido rumbo a Monterrey para recuperar las instalaciones del sindicato”. Esta información se le notificó a la policía regiomontana, quien se declaró sin competencia para intervenir en problemas intersindicales.

Ante esto, los trabajadores y algunos miembros del Frente Obrero Estudiantil se mantuvieron en posesión del local sindical armados con palos y piedras mientras sus agresores portaban metralletas y explosivos. El asalto al local produjo 3 muertos: Luis Rey Hernández, Luis Pérez Salazar y Jesús Leal García, estudiante de la preparatoria 1 de la UANL, y 31 heridos de bala. La policía local intervino sólo para detener a más de 75 trabajadores al tiempo que el secretario general del ejecutivo nacional pidió la consignación de Demetrio Vallejo por ser el autor intelectual de lo ocurrido. Finalmente, el comité ejecutivo oficial de la Sección 19 regresó al edificio sindical, asumiendo la dirección otro líder antidemocrático, Francisco Ríos Saucedo (El Norte y El Porvenir, 11 al 13 de marzo de 1972).

Roberto Benavides, abogado defensor de los vallejistas, informó que en las primeras diligencias logró la libertad de la mayoría de los trabajadores, quedando presos solo tres vallejistas y tres Halcones. Recuerda Benavides: «A pesar de las multiples evidencias NO SE SENTENCIÓ A NADIE por estos crímenes. Mientras viva (…) mantendré estos recuerdos como denuncia permanente contra la impunidad y en honor a tantos y tantos Compañeros Trabajadores que lucharon por la Democracia en el sindicato Ferrocarrilero y enfrentaron todas las formas de Represión utilizadas por el Charrismo».
15 de marzo de 2022
- Edna Ovalle es historiadora y doctora en Antropología, docente en la Universidad Indígena Intercultural de Michoacán.
** Portada: autor sin identificar. Trabajadores del ferrocarril. Ca. 1960. Monterrey, N.L., México. No. de foto: AGENL1234.
Referencias:
Roberto Benavides González en https://www.facebook.com/roberbenavides
Gerardo Peláez Ramos, El asesinato de Román Guerra Montemayor
María de los Ángeles Pozas (2017). “Disidencia sindical en el gremio ferrocarrilero: apuntes para la historia». En Lylia Palacios (coord.). Entre montañas y sierras. Resistencia y organización laboral en Monterrey en el siglo XX. UANL.