¿Nuevas lecciones desde América Latina? / por Eleocadio Martínez Silva

Durante las últimas semanas hemos seguido convulsos acontecimientos sociales y políticos en América Latina: el retorno al poder presidencial de la fracción  peronista de izquierda; las multitudinarias movilizaciones sociales en Chile que critican el acuerdo económico post-dictadura, la revuelta social ecuatoriana por el costo de la vida y retorno  del neoliberalismo y el golpe militar en Bolivia que busca interrumpir la transformación económica, política y cultural impulsada por el Movimiento al Socialismo desde quince años atrás.

Mirar estos recientes sucesos ayuda a preguntarse por las diferencias con la experiencia propia y, eventualmente, a pensar lo que se podría suceder en México. Intentemos algunas reflexiones generales a partir de los casos chileno y boliviano.

El caso chileno: No hay democracia sin justicia social

Recordemos que los chilenos pudieron retornar a la democracia con la salida de Augusto Pinochet en 1989 cuando los partidos políticos alcanzaron una concertación que tenía como objetivo fundamental derrotar al régimen político-militar y evitar el retorno del autoritarismo, pero lo que a la vez bloqueó la posibilidad de realizar reformas socioeconómicas y por lo tanto la continuidad del modelo neoliberal diseñado por la dictadura desde 1982 para enfrentar la crisis de la deuda externa que derivó en un estancamiento económico sin precedentes en buena parte del siglo XX.

En los meses de octubre y noviembre del 2019 miles de chilenos, principalmente estudiantes, salieron a las calles a protestar por el aumento de 30 pesos en los pasajes del transporte público que ha derivado en acuerdos para la construcción de una nueva constitución política. Más allá de los resultados de la revuelta social, aún imprevisibles, conviene pensar en las causas que detonaron el descontento de la sociedad chilena y una toma de conciencia del pueblo en torno a la desigualdad social en tres décadas de “democracia”.

Chile

Protestas en Chile. Imagen tomada de Internet

Francisco Zapata (2019), documenta una larga lista de agravios acumulados en la sociedad chilena por la política económica seguida desde 1982 y acentuada en la “Democracia”: privatización de la educación a través del financiamiento de las familias a la educación básica, media y superior; el endeudamiento generalizado de la población (70 % de la población chilena está endeudada en montos que superan sus ingresos); la concentración del ingreso y la desigualdad (en 2014, la riqueza acumulada por los billonarios representó 25% del PIB. Además, el 1% más rico detenta 26.5% de la riqueza del país. Por su parte, 10% de la población concentra 66.5% mientras que 50% más pobre accede solo a 2.1% de la riqueza); los bajos montos de las pensiones; escándalos por corrupción de altos mandos civiles y militares.

Todo lo anterior culminó con la toma de conciencia del pueblo chileno respecto a que no es posible la democracia sin justicia e igualdad social. El movimiento social, sobre todo, refleja el profundo descontento con el funcionamiento de las instituciones políticas y, en particular, de la “democracia” (Zapata, 2019).

El caso boliviano: No hay socialismo sin democracia

La historia social de Bolivia estuvo marcada por la exclusión política de los sectores sociales mayoritarios. Con el tiempo ésta se conformó en un movimiento social y después político que permitió la obtención del gobierno en el 2005 y con ello la redefinición de las reglas de juego teniendo como eje la organización social. El ambiente en el que se consolidó el nuevo régimen político estuvo marcado  por los agravios causados por el funcionamiento del neoliberalismo, la excesiva dependencia de los hidrocarburos, , la corrupción, el empobrecimiento de la población y la criminalización de la lucha social (Canto, Olvera, San Juan, 2011).

A partir de la toma del poder de un movimiento político, cuya coalición social la encabezó el movimiento indígena, se generó un cuadro de tensiones y pugnas entre intereses y proyectos históricos de lucha por una nueva Bolivia, un ordenamiento a fondo del tamaño de las reglas, la organización y las funciones sociales de un nuevo Estado boliviano. En este marco se generó una política social y económica que benefició a amplias mayoría sociales (Ramos, Ayaviri, Quispe, Escobar, 2017).

Bolivia_KEr

Caricatura de José Hernández, en Periódico el ciudadano, 2019

Este marcado mejoramiento de la justicia social no sería acompañado del todo por procesos institucionales “democráticos”, muchas de las veces a causa de la beligerancia interna y externa en contra del proyecto del Movimiento al Socialismo, que se expresarían en los afanes reeleccionistas de Evo Morales y el grupo social que lo respalda, muchas veces torciendo reglas de juego democráticas, como lo afirma Santiago O’Donnell en Infobae (2019):  “Venían de que Evo reforme la constitución para darse un término más, y después de un plebiscito para habilitar otra reelección que Evo perdió, y después, de que Evo consiga que un juez habilite su candidatura con el argumento de que la reelección eterna es un derecho universal. Y los bolivianos no se la bancaron”.

En México, a casi un año de inicio de un nuevo régimen político democrático liderado por una amplia coalición de izquierda, resulta conveniente mirar los procesos políticos regionales para hacernos preguntas sustantivas y aportar posibles respuestas.

En este sentido, si bien el actual grupo político mexicano está dotando de una mayor acción al estado en la conducción de la vida económica y canalizando el presupuesto hacia la población más necesitada, lo ha estado haciendo en medio de importantes concesiones al neoliberalismo (política monetaria y financiera, política fiscal, modelo exportador de la economía) que siguen provocando fuertes tensiones en la sociedad, por lo que el descontento social desde abajo  pude brotar en cualquier momento como en el caso chileno.

Por otro lado, las lecciones del caso de Bolivia nos deben de enseñar -otro ejemplo más-que la construcción del socialismo puede ser truncada si no va acompañada de la consolidación de la vida democrática: no hay socialismo sin democracia como afirmaba el socialista mexicano Carlos Pereira en la década de los setenta cuando la izquierda mexicana se debatía entre la lucha revolucionaria y la participación político electoral para el acceso al poder.

Las diferentes experiencias latinoamericanas también nos enseñan a visualizar las enormes dificultades y obstáculos que se enfrentan para transitar de un sistema autoritario a uno democrático y, en cambio, lo relativamente más fácil que es transitar de un sistema democrático a uno autoritario.

25 de noviembre de 2019

Bibliografía

Canto, Manuel, José Olvera, Carlos San Juan (2011). La coalición social necesaria ¿Y posible? para México (documento inédito)

CEPAL, (2018). Panorama social de América Latina 2015. Santiago de Chile: Naciones Unidas (UN)

O’Donnell, Santiago (2019). “Es muy progre decir que lo de Bolivia fue un golpe, pero fue un estallido” en: Infobae

Ramos, Braulio, Dante Ayaviri, Gabith Quispe, Fortunato Escobar (2017). Las políticas sociales en la reducción de la pobreza y la mejora del bienestar social en Bolivia. Altoandin. vol.19 no.2 pagina 165-178.

Zapata, Francisco (2019). ¡Chile despertó! “No son 30 pesos, son treinta años” (documento inédito).

Imagen de portada: obtenida del sitio alainet: https://www.alainet.org/es/articulo/191690

2 Comentarios

  1. La salida de A. Pinochet se dio entre 1989 y 1990, como consecuencia del plebiscito donde ganó la “campaña del no”. Y no en 1999, como dice el texto.

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