Marzo y las mujeres de fuego / Lylia Palacios

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En febrero 11 de este año, las mujeres zapatistas comunicaron que no había condiciones en sus comunidades para albergar el segundo encuentro internacional de mujeres que luchan (Comunicado). El Primer Encuentro, en marzo de 2018, había reunido a casi 7 mil mujeres de toda la república mexicana y de otros 40 países. Las condiciones para reunirse nuevamente sin riesgos ni violencia en su territorio, las truncó el estado de alerta que hoy viven sus pueblos por los peligros que significan los megaproyectos que inicia el gobierno, que el 1 de diciembre,  declaró que en México había terminado el neoliberalismo. Para estas mujeres indígenas la realidad sigue siendo la misma:

Quieren que nuestras tierras se conviertan en fincas productoras de maderas preciosas, de frutas y de agua; en minas para sacar el oro, la plata, el uranio, y todos los minerales que hay y que quieren los capitalistas.

Quieren que nos convirtamos en sus peonas, en sus sirvientas, que vendamos nuestra dignidad por unas monedas al mes. (…)

No entienden que lo que ellos llaman “progreso” es una mentira, que ni siquiera pueden cuidar la seguridad de las mujeres, que siguen siendo golpeadas, violadas y asesinadas en sus mundos progresistas o reaccionarios.

Nos toca luchar, nos dijeron, para defender su libertad  y que la historia no se repita, para que la historia de dolor de nuestras abuelas no la sufran nuestras hijas y nietas. Y lanzaron la invitación a que el encuentro no se cancelara, que se multiplicara: háganlo en sus tierras, según sus modos y sus tiempos.

Y recordaron el compromiso que en el primer encuentro se hicieron todas de cuidar la pequeña luz que las mujeres zapatistas les regalaron, que no se apague para seguir luchando en el mundo que a cada una nos toca vivir para que ni una sola mujer en cualquier rincón del mundo tenga miedo de ser mujer.

Primer Encuentro del Noreste de Mujeres que Luchan*

Y en  Monterrey, un puñado de jóvenes de diferentes colectivos respondieron al llamado. Como Red de Mujeres del Noreste en Resistencias y Rebeldías en tres semanas decidieron hacerlo, convocaron, se organizaron y el 16 y 17 de marzo se realizó un genial Encuentro al que asistí junto con varias de mis colegas de este colectivo. Allí nos encontramos más de 200 mujeres –jóvenes en su mayoría- de diversos municipios del área metropolitana, un grupo de Saltillo y Torreón y graneadito llegaron de 12 estados de la república. Con alegría y sintiéndonos honradas recibimos a las compañeras del Concejo Indígena de Gobierno, María de Jesús Patricio -Marichuy- nahua de Jalisco, Bettina Cruz del pueblo binni’zaa de Oaxaca y, Norma Palma rarámuri de Chihuahua; las tres, a sus modos, nos insistieron que luchemos juntas, que no nos dividamos y hagamos el individualismo a un lado, pues sólo así podremos resistir y derrocar al capitalismo, el patriarcado y el colonialismo.

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Betina, Marichuy y Norma, concejalas del Concejo Indígena de Gobierno en el Encuentro de Monterrey

Dos días en que conversamos (sin arrebatarnos la palabra, sin imponer puntos de vista, escuchándonos y aprendiendo) en cuatro mesas sobre los 4 ejes del capitalismo que señalan las mujeres zapatistas: el desprecio, la explotación, el despojo y la represión, que vivimos las mujeres. Hubo dos charlas, una sobre mujeres organizadas en busca de sus familiares desaparecidos y otra sobre el despojo urbano que acecha a los habitantes de la colonia Independencia. Se ofrecieron dos obras de teatro, 16 talleres, intercambio de plantas y semillas, venta de libros, de productos artesanales, y quienes llevaron a sus niñas y niños se les cuidó en un espacio para que jugaran y sus madres pudieran disfrutar de la convivencia e intercambio de experiencias y conocimientos. No faltaron los cantos y batucada, las lágrimas, las denuncias, y se desbordaron –porque nunca sobran- los abrazos y las risas… la variedad de comida fue un festín. Todo organizado por y para mujeres.

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Cuidar la vida: intercambio de poditas y semillas

Al concluir la jornada, en plenaria, se compartieron los resúmenes de las ricas conversaciones en las 4 mesas iniciales, luego en el intercambio de propuestas confirmamos lo que escuchamos en las mesas, que muchas de las presentes no pertenecían a ningún colectivo, o que era la primera vez que asistían a un evento de mujeres feministas. Además, destacó la cautela, será por la menor experiencia organizativa de muchas, o por las nuevas formas participativas que se construyen, pero no se propuso programa de lucha alguno, ni hubo prisa por definir próxima fecha de encuentro, menos por nombrar comisiones, representaciones y cosas de esas. Sí hubo simpatía comprometida por mantenernos informadas y atentas a la solidaridad con las comunidades zapatistas y los pueblos integrados en el Congreso Nacional Indígena, amenazados por los megaproyectos; a seguir dando vida al espacio de conversación y acción en que se ha constituido la Asamblea Feminista en Monterrey; a voltear a conocer y tender puentes con las miles de mujeres que trabajan y viven en la precariedad material y espiritual, a construir la resistencia mediante el mayor enlace entre colectivas, propiciando formas de consumo solidarias con mujeres que producen u ofrecen servicios, intercambiando saberes y oficios entre nosotras. Un mundo de reflexiones y tareas por delante, siento que todas entendimos que esto no será fácil ni rápido, pero será.

“¿Cómo pensaban que nos iban a silenciar?”

La plenaria, al fin mujeres, fue ritual. Luego del reparto de una vela a cada una, se leyó la carta de mujeres internacionalistas que luchan en el territorio de Rojava a las mujeres zapatistas. Hermanadas las mujeres kurdas con las mujeres zapatistas en la defensa de su autonomía como pueblos, dicen:

Sólo podemos apoyaros y acompañaros en las decisiones que os hacen libres. Sólo podemos escuchar y aprender las unas de las otras. Sólo podemos y debemos seguir todas luchando. ¿Cómo si no podríamos enfrentarnos a esta guerra contra el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo que nunca nos ganaron del todo? ¿Cómo si no podemos hacer de sus grietas grandes pozos y acantilados de vida?

“¿Dónde está pues tu lucecita que te dimos?”

La respuesta se multiplicó. Además de este Encuentro se realizó otro los mismos días en la Ciudad de México, aunque muchas más hicieron eco del llamado de las mujeres zapatistas a las que se les respondió: “Les escribimos desde distintas geografías de este México herido por esta guerra que no cesa, les escribimos con el corazón colectivo de todas las que recibimos la digna lucecita y con la que  poco a poco vamos encendiendo este sistema depredador que nos oprime, desaparece y asesina.” Y se leyeron sus cartas de mujeres que viven y luchan en Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Yucatán, Zacatecas.

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Mujeres de luz

Luchar juntas, no hay de otra

De un día para otro, al estar escribiendo, me es difícil acomodar tantos nuevos aprendizajes, tantas ideas, tantas emociones. ¿Qué concluir sobre transformaciones sociales que parece van materializándose en esa dialéctica de los cambios cuantitativos a cualitativos?  No sé. Lo que vivimos el día 6 de marzo en el Congreso de Nuevo León con la ratificación de la ley antiaborto, mostró la persistencia patriarcal en las instituciones políticas, religiosas y mediáticas. Ante eso, la masiva, espontánea y contundente respuesta del día 8 en que miles de jóvenes mujeres tomaron por primera vez la calle exigiendo el derecho a decidir sobre sus cuerpos, no es la revolución, pero sin duda es una evidencia antes no vista del malestar y hartazgo de las mujeres en esta sociedad de sobre explotación económica, sometimiento cultural y violencia física.

Frente a estos extremos, es comprensible que el número de mujeres participantes en el Encuentro de este fin de semana fuera mucho más bajo, aun así fue inédito en muchos aspectos. Mostró las capacidades organizativas y de convivencia que las mujeres van construyendo de forma autónoma de partidos y organizaciones políticas tradicionales, con ambientes hacia la horizontalidad, es decir, sin liderazgos verticales así sean de mujeres “democráticas” o “feministas”. Lo que tenemos a nuestra vista es un amplio sector de jóvenes mujeres que están hartas de la imposición de modelos que la realidad muestra decadentes o ilusorios y se niegan a seguirlos reproduciendo, los modos y los alcances son tan diversos que no hay nada que etiquetar, por suerte.

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Conversando en una de las mesas

No hay campanas al vuelo, pero queda la estimulante sensación de la posibilidad. Con caminos largos llenos de tropiezos y no pocos desalientos. Ante esto y frente a un sistema capitalista, que como en El retrato de Dorian Grey, ya no puede esconder su decrepitud ni su perversidad, me quedo con las palabras que en la mesa sobre Despojo le escuché a Marichuy decir, “entre todas el trabajo no pesa, entre todas nos sanamos, pensemos siempre en colectivo.”

19 de marzo de 2019

* El Encuentro se dedicó a la compañera María Elena, zapatista hasta el último de sus días y profunda conocedora de la explotación del trabajo en Monterrey.

** Las imágenes nos las compartió Alejandra de la Fuente quien estuvo registrando los dos días del Encuentro. Sitio: http://www.alejandrafuente.com

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