La pobreza: marginación, caridad, oportunismo, justicia social / por María Zebadúa Serra

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                           Taxista: “en caso que López Obrador llegue a la presidencia, nuestros hijos quedarían sin trabajo porque todo sería para los pobres”

La  academia ha conceptualizado a la pobreza como la no satisfacción de las necesidades básicas fundamentales del ser humano que, desde su aparición, han sido: “subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio y creación”.[1] A través del tiempo, a las necesidades básicas se han sumado: “la seguridad, el amor, el afecto, la pertenencia, la autoestima, la autorrealización, las cognitivas y las estéticas, a la vez el conocimiento, utilización y posesión de los implementos electrónicos y cibernéticos como satisfactores de la “necesidad cultural”.[2] En otras palabras, quienes viven en la pobreza no satisfacen sus necesidades básicas fundamentales ni acceden a estudios básicos y especializados que propicien el desarrollo de sus aptitudes para responder a los cambios introducidos por las nuevas tecnologías, a la creación artística y artesanal. De acuerdo a las reglas del neoliberalismo del libre mercado y la globalización, los pobres no tienen acceso al modelo estatal impuesto desde las cúpulas políticas y empresariales.

Y no sólo eso. Gran parte de la población que vive en la pobreza se ve marginada a través de estereotipos,  prejuicios y descrédito que adquieren formas sociales como rechazos, exclusiones e intolerancia. Así, a las consecuencias de la pobreza económica se suman las culturales de la marginación: falta de reconocimiento a los saberes y habilidades  tradicionales. Pobreza y marginación están regularmente unidas. Entre los sectores más afectados están los jóvenes que giran en torno a la creación de culturas populares originales, la lucha por la sobrevivencia, el esfuerzo y la toma de decisiones en pos de incorporarse al sistema que los excluye, u optar por la senda del comercio informal o por los peligrosos caminos de la delincuencia.

¿Qué la produce y reproduce la pobreza? ¿Cuál es la actitud de la población hacia la pobreza? De acuerdo al doctor Armando Bartra, especializado en el campo mexicano, “el campesino es pobre porque es explotado. Señala que el bienestar resulta de la mediación entre producción y consumo (… el campesino) concurre al mercado capitalista donde sólo cuenta la ganancia (…) mientras que el capital invierte para lucrar, el campesino trabaja para vivir”. Añade “el campesino -que labora por su cuenta- es explotado cuando vende su producto por menos de lo que vale; pero también cuando paga intereses usurarios, compra insumos y bienes de consumo sobrevaluados y se emplea a ratos por jornales de infrasubsistencia (…) el multifacético y envolvente intercambio desigual es vehículo de explotación y de pobreza”. A su vez, “el obrero vende fuerza de trabajo por lo que vale y lo explotan al consumirla”. [3]

Respecto a la actitud de la población hacia la pobreza se observan actitudes motivadas por la caridad, la indiferencia, apropiación y activismo civil. La preocupación en los grupos religiosos es  suplir  la carencia de algunas de las necesidades básicas fundamentales de los pobres: comida, ropa, medicinas, entre otros, como acciones de caridad a quienes continúan siendo pobres. A su vez, la sociedad urbana clase mediera, alta e incluso quienes comparten en diferentes grados la pobreza, ven con indiferencia como parte del paisaje de las ciudades  que los pobres vivan en colonias marginadas y deambulen por las calles de las ciudades en medio del  tránsito estrepitoso pidiendo ayuda y/o ganándosela con ventas, espectáculos, limpiando parabrisas. En el mismo sentido, para la población rural también estratificada,  la pobreza campesina pasa inadvertida como parte de su hábitat cotidiano en el que la migración hacia las modernas ciudades o a los Estados Unidos es continua. Los resultados  son el alejamiento o la pérdida de su tierra, de sus raíces familiares, sus costumbres; todo ello para pasar a formar parte de la pobreza urbana, sufrir persecuciones e incluso perder la vida.

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Entre más pobres…más ricos                                              Portada: Clientelismo

Es en el oportunismo de las clases dominantes en donde se manifiesta la crueldad de la apropiación de la pobreza. A través de discursos, acuerdos, programas, proyectos y concursos dirigidos a sectores urbanos y rurales marginados ofrecen oportunidades a sectores y comunidades en pobreza como estrategia para formar su base clientelar y/o de fuerza de trabajo. Líderes y lideresas que a menudo provienen como ellos mismos de sectores pobres, cooptan gente y la presionan, para asistir a eventos públicos y sumarse a los aplausos a discursos de los personajes de alto rango; forman así la base clientelar adscrita por razones de trabajo o forzada por razones de pobreza de la que tienen la esperanza de salir.

Frente al cercano proceso electoral presidencial, los mensajes políticos e ideológicos refuerzan las promesas respecto al combate a la pobreza dirigidas a esa base clientelar que puede perderse debido a la falta de credibilidad en su cumplimiento. A la vez, ante la posibilidad de que el poder recaiga en quien incluye en su propuesta el combate a la pobreza como prioridad, se suma la estrategia del desprestigio y los supuestos riesgos que las clases medias y altas correrían. En un mensaje que circula por las redes sociales, se menciona que López Obrador no debe llegar a la presidencia porque el socialismo generaría conflictos internos. De esta “paranoia social” participan incluso sectores que se esfuerzan por no sentir que también son pobres, como el taxista cuya opinión encabeza este texto.

Desafortunadamente en el México actual, la pobreza e ignorancia siguen siendo los grandes caudales del capital político que minorías económicas y políticas aprovechan con fines clientelares y/o ideológicos.  Es esta la parte de la sociedad que teme que la pobreza se extinga.

26 de junio de 2017

 

[1] Julio Boltvinik, “Economía Moral”, La Jornada, 13 de mayo de 2005.

[2] Víctor Flores Olea y Abelardo Mariña Flores (1999) Crítica de la Globalidad. Dominación y liberación en nuestro tiempo. Fondo de Cultura Económica, México, 1999, p. 363.

[3] Armando Bartra, “El laberinto de la explotación campesina”, La Jornada, Opinión, abril 16 de 2007.

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