¡Que no se nos haga costumbre! / por Lylia Palacios

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¿Cómo le hacemos? La saturación de sucesos relacionados con crímenes, corrupción, impunidad, pobreza, violencia, convierte la existencia individual en un juego de evasiones: llámesele resignación o decepción, consumismo, estrés, indiferencia o frivolidad, desorganización, etcétera. Pero en esto no estamos solos, no es un “yo y mis circunstancias”. Subsistir en medio de la crisis estructural del capitalismo tratando de arañar todos los  días la certidumbre, refuerza los dispositivos más conservadores tejidos en un discurso social, que como menciona  Marc Angenot (2010), funciona “para ocultar, para desviar la mirada (…) para legitimar y para producir consenso.”

Es decir, alrededor nuestro, en lugar de surgir las urgentes  soluciones al hambre, la enfermedad, la guerra, la desigualdad,  la depredación ambiental, la corrupción, la injusticia… (todo perfectamente posible científica, técnica y económicamente)  florecen -siempre como jugosos negocios- las múltiples opciones para desviar la mirada.

No olvidar, por tanto, se convierte en una acción contestataria y contra hegemónica. Aunque  no es fácil ejercitar la memoria y el no olvido en tiempos en que una noticia por más bárbara que sea se deslava en unos días… y quedamos a la espera de la otra peor que sigue. Así, los medios más preocupados por “actualizar” sus noticias-bomba, sin ahondar en el análisis, en el seguimiento de las anteriores que se amontonan y olvidan. La veloz pérdida de interés con la que cae toda evidencia de la descomposición social (local, nacional y/o global), les da ánimos a quienes nos tienen en entrenamiento permanente para probar qué tanto aguantamos.

Cuando John Womack (2007) interpela: “Valdría la pena preguntarse por qué la historia obrera (de cualquier tipo y época) parece ahora tan ‘aburrida’.”, obliga a una reflexión general que no cuestiona un hecho consumado, sino que invita a comprender, ¿cómo llegamos a ser una sociedad mayormente indiferente?,  en la que ese aburrimiento se extiende hoy al desinterés en la situación de los migrantes de todo el planeta, los ancianos sin pensión, los desempleados, los 45 indígenas asesinados en Acteal, los 65 mineros enterrados en Pasta de Conchos, los 49 niños quemados y 106 heridos en la guardería ABC, los miles de desaparecidos en el país, los más de 30 mil niños en México que participan en el crimen organizado, los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa…

Y en este training mediático y sistémico,  aderezado con digeribles recursos multimedia,  el colmo es que sí sabemos qué personas, grupos o instituciones participaron, peeero… preferimos divertirnos con los memes de la esposa de Duarte y su abundancia merecida.  Sí, sabemos que el sistema político mexicano es igual a corrupción e impunidad. Sí, sabemos que los grupos empresariales evaden impuestos, pisotean los derechos laborales al emplear y  desemplear. Sí, sabemos que en la “nueva economía” pesan cada vez más variados negocios criminales. Sí, sabemos que clase política, clase empresarial y clase delincuente se entrecruzan alegremente. Sí, sabemos que en la búsqueda de la volátil certidumbre se va cediendo libertad y abriendo la puerta al Estado-militar. ¡Está canijo!

Y aquí es donde entran los que dicen que no nos autoderrotemos: “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”, dice Gramsci; “otro mundo es posible”, los zapatistas; “la terquedad es la virtud”, Taibo II, en fin. Reivindicar el no olvido, conlleva la posibilidad colectiva de contrarrestar la deshumanización orquestada bajo miserables intereses económicos y políticos de una misérrima parte de la humanidad (de ese 1% de la población mundial). Al hilo de todo lo dicho, van dos apuntes para no olvidar:

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Noam Chomsky. En FB de Atilio Borón.                                       Foto portada: madres guatemaltecas 

Dos recordatorios dos

1. Basta de feminicidios. Como castigo de Estado amparado por el discurso social de “tal vez se lo merecían”, el 8 de marzo pasado en Guatemala murieron 40 niñas (entre 14-17 años) al incendiarse el centro gubernamental “Hogar Seguro”: “¿Por qué delito están allí esos niños y niñas y adolescentes? Algunos fueron reclutados por las pandillas para el robo, la extorsión o el asesinato. Otros cometieron la insolencia de pertenecer a una familia que los abandonó a la calle, a un padre que les pegaba hasta que un vecino llamó a la policía. A una red que las prostituía siendo niñas. A unos padres que no supieron qué hacer cuando vieron que su hijo tenía capacidades especiales. Otros nacieron allí, hijos de adolescentes violadas por sus compañeros o sus maestros o los trabajadores de la Secretaría de Bienestar Social del Gobierno de la República de Guatemala. Todos juntos suman más de 800 bebés, niños y adolescentes viviendo en un lugar con capacidad para 500.”

Que esta tragedia sea recordatorio constante de la sociedad patriarcal, misógina, discriminadora y sexista en la que vivimos.

2. La segunda muerte de Fundidora. Mañana 9 de mayo se cumplen 31 años de la quiebra inducida de la siderúrgica Fundidora Monterrey en 1986. El cierre y despido de miles de trabajadores que fueron ejemplo de laboriosidad y lucha sindical, significó el arranque de la política neoliberal que hasta hoy impera en México. Ahora, el parque público en que se convirtió está en manos de empresarios del espectáculo masivo. Menciona Guillermo Martínez Berlanga, que la de este parque “No será una muerte digna, su  muerte va a ser, lenta, y tortuosa, sin misericordia. El gobierno ineficiente y no independiente, de Jaime Rodríguez y Fernando Elizondo lo ha entregado a los cantineros y mafiosos, por unos cuantos miserables miles de dólares. ¡Fundidora morirá por los efectos de la compactación del suelo, ruido, basura, corrupción y avaricia!”

No olvidar, no resignarnos, no decepcionarnos….

8 de mayo de 2017

3 Comentarios

  1. La personas que tienen en sus manos la economía todo lo hacen negocio, es la esencia del capitalismo; la comunicación no escapa a ésta práctica. Las noticias mientras más escandalosas mejor, nos las lanzan a borbotones y más que una reacción de la sociedad que implique el análisis y la organización, antes de que se digieran ya viene la otra como espectáculo del entretenimiento.

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