Capital y evangelio en la Loma Larga /Por Lylia Palacios

Casi todos los que nacimos en hogares obreros y católicos habremos de tener en el recuerdo infantil el obsequio que, de vez en cuando, “caritativas damas” nos entregaban en mano: el juguete usado, la bolsa de galletas, algún dulce, o prendas de vestir también usadas… A esas señoras, nos decían las religiosas o los sacerdotes, agradézcanles que nos compartan su tiempo y sus regalos. Así que cuando nos enteraban de que esas damas de bien irían a la iglesia, nadie faltábamos a la doctrina o a la misa, o a lo que tocara; allí estábamos puntuales y bien peinados.

El recuerdo es de mi niñez en la colonia Independencia, ubicada en la Loma Larga de Monterrey. Hoy acompaño solidariamente la resistencia de sus vecinos contra proyectos viales, inmobiliarios y religiosos que amenazan la existencia de quienes viven en el cerro, incluida su fauna y vegetación. Con la rápida construcción en la cima del cerro de una adornada plancha de cemento -la Explanada de la virgen y la reciente inauguración de la escultura religiosa allí instalada- la jerarquía católica local parece ser la encargada de abrir la puerta a los frenados proyectos de interconexión vial y de negocios inmobiliarios. En esta labor han estado presentes asociaciones laicas y religiosas, que por su perseverante presencia, nos recuerdan que capital e iglesia tienen una añeja alianza, y no precisamente para crear el paraíso en la tierra. Les platico.

I. El Londres victoriano. Esa escena de miembros de alta sociedad regalando a los pobres es parte de la iconografía que constata la fusión ideológica entre la religión cristiana y la moral capitalista. Una moral que no cuestiona la riqueza individualizada y mejor conmina a desarrollar un “espíritu de servicio” hacia los pobres. Gareth Stedman, describe Londres en la segunda mitad del siglo XIX donde el hacinamiento, el alcoholismo, el hambre de la naciente clase obrera eran fuente de temor entre los propietarios que relacionaban “la mendicidad, la delincuencia y los desórdenes políticos”. Los pobres, vistos desde la concepción de clase gobernante, son “desleales, políticamente sediciosos, inmorales e imprevisores”.[1]

La clase media londinense en ascenso, con mayoritaria participación de las mujeres, asumirá el rol de dar ese orden al subalterno mediante su participación directa en la misión de cristianizar como sinónimo de civilizar al pobre, es decir, imponer su código moral como algo faltante y necesario a la clase desposeída. No para sacarla de su pobreza y condición subordinada, sino para llevarla a aceptar un orden y agradecer las dádivas de sus explotadores. Menciona  Stedman: “La gente rica y respetable tenía que ganar ‘los corazones y las mentes’ de las masas para el nuevo orden moral y afirmar su derecho a actuar como sus sacerdotes…su ascendiente sería establecido mediante el esfuerzo personal y el cristianismo evangélico. (1999: 40)

Comedores de pobres en la Inglaterra victoriana. Imagen tomada de Internet.

Esta militancia reformadora de los “malos” hábitos de la clase obrera influenció cambios, regularmente de forma coercitiva, tanto en el medio físico como institucional (leyes sanitarias, criminalización de las tabernas y juegos, reglamentación de la vivienda, hospicios para niños y cárcel para los irredentos). Y se acompañó generalmente, señala Stedman, por “una firme creencia en los efectos civilizadores de las relaciones personales interclasistas” organizando la ‘visita a los pobres’, práctica promovida por la Iglesia (p. 43). Así van apareciendo en los barrios bajos locales de las más diversas misiones evangelizadoras: educación para niños, comedores para pobres, para el reparto de ropa y enseres, cajas de ahorro, todo bajo la supervisión superior del merecimiento de quien solicitaba la caridad.[2]

No obstante, después años de meterse a los barrios y casas obreras, esa clase media aspiracional no obtenía el equivalente a sus divulgados esfuerzos reformadores, en plena época victoriana, no resultó una clase obrera a su imagen y semejanza moral. “La gran mayoría de los trabajadores londinenses no eran cristianos, previsores, castos y abstemios.” (p. 47)

Fotograma de la película Las cenizas de Ángela de la novela de Frank McCourt

Gran parte de la clase laborante lo que hizo fue asimilar el trato condescendiente pero abiertamente jerárquico, como una práctica de sentido común que conllevaba la temporal solución a sus problemas estructurales: ir a la iglesia o a sus locales era animado por necesidades materiales. Con crudeza menciona Stedman: “La consecuencia de esta asociación entre Iglesia y caridad fue que la religión pasó a ser símbolo de un estatus servil.” (p. 48) Y por tanto rechazada por muchos trabajadores que se negaron a semejante humillación, alejándose aún más de toda práctica religiosa.     

II. La caridad sampetrina.[3] Lo que arriba fue historia aquí es realidad cotidiana. Sí, el capitalismo actual, que poco conserva de sus características de origen (salvo el inamovible objetivo de la acumulación privada acompañado de su viejo y maquillado discurso social liberal, individualista y creyente), sigue tratando de convencer que este orden socioeconómico basado en la desigualdad es designio divino. Capital y evangelio siguen tan unidos como en la Inglaterra decimonónica. Siguen tratando de convencer a los pobres convenciéndose a sí mismos, pues como sostiene Angenot, sus discursos legitimadores “sirven menos para someter a los dominados (que se dejan dominar, nos recuerda Pierre Bourdieu, por la fides implicita de su habitus servil) que para reunir, motivar y ocupar los espíritus de los dominadores, que necesitan ser convencidos para creer”.[4] Si la anterior afirmación no tuviera carácter general, difícilmente comprenderíamos las motivaciones existenciales para la proliferación de cientos de asociaciones civiles dedicadas a ayudar a los pobres. La diversidad es tan basta como las necesidades de la población subalterna: becas escolares para niñez pobre y talentosa, socorros para la salud, alimentación, atención a mujeres, jóvenes y drogadicción, autoempleo, etcétera.[5] 

Algunas asociaciones buscan disuadir a las mujeres del «pecado» del aborto. Imagen de una manifestación «Por la vida» el año pasado. Imagen tomada de la página de La Tierra de María.

Las mujeres de clase alta siguen siendo las grandes protagonistas como interventoras directas y patrocinadoras. A lo largo del siglo XX, estuvieron presentes primero en clubes de damas (subordinadas dentro de los clubes de sus maridos e hijos: Leones, Rotarios, Sembradores de Amistad, etc.); después y hasta la actualidad, creando sus propias agrupaciones o encabezando fundaciones para conseguir donativos y financiamiento.[6] Este crecimiento ha estado acompañado directamente por la élite empresarial local, que de igual manera encontró en las “relaciones personales interclasistas” un filón para meterse a las casas de las familias proletarias.[7] Más menos, las motivaciones siguen siendo las mismas: suponer que la población pobre, en su ignorancia y molicie, necesita de la orientación y conducción de personas jerárquicamente superiores. En más de 130 años siguen sin cuestionar moralmente su riqueza y transfieren a los pobres, vistos como seres escasos de criterio y faltos de valores, la responsabilidad de su pobreza, de la violencia, la criminalidad y no respeto a la propiedad privada. A los pobres se les sigue viendo con recelo. Un rápido ejemplo: el censo que quiso levantar el municipio de San Pedro, de todos los trabajadores y trabajadoras domésticas, cuando arreció la violencia e inseguridad en el país en 2010, como prevención contra robos y otros delitos.[8]

Caminando con María o el uso de los pobres por los ricos. Iniciaré unos comentarios sobre un tema que seguiré abordando, pues la amenaza en contra de los habitantes de la Loma Larga no sólo no desaparece, sino que avanza en el despojo del uso territorial de sus pobladores y en la imposición de monumentos religiosos. La inaugurada “Explanada de la virgen”, como parte del llamado Memorial de Misericordia en la cima del cerro, refleja los resultados del trabajo y ascendencia religiosa de agrupaciones que emulan los pasos trazados desde la referida época victoriana: vayamos a influir y convencer, a rezar juntos, hagámoslo casa por casa. Una de estas agrupaciones es Caminando con María. Tiene como “propósito fortalecer la unidad familiar y la presencia de Dios en todos y cada uno de los hogares de la parte alta de la Loma Larga, desde el cerro de La Campana al oriente hasta el barrio de la Santa Cruz al poniente.” (Este breve video resume carácter y composición clasista de la agrupación). La asociación nació como Camino a la Cima en el municipio de San Pedro en 1998, en 2014 se integró al movimiento católico La Tierra de María, con asiento también en San Pedro, y en 2017 el arzobispo le otorgó la misión de “cimentar el proyecto del Memorial de Misericordia.” La cronología viene a reforzar nuestra convicción de que van en paquete los proyectos viales, inmobiliarios y religiosos que están vulnerando el derecho a habitar de quienes allí formaron colonias populares tan antiguas como la colonia Independencia. Usando la fe –que  seguramente profesan muchas de las personas integrantes– y la cercanía personal interclasista, desde hace casi 25 años han hecho una labor asistencialista que más que ayudar a superar los escollos de la pobreza, han creado esa relación de dependencia material que estudió Stedman. Caminando con María llega con los habitantes de la Cima en 1998, dos años antes del frustrado primer intento empresarial de construir en la cima una cruz monumental (Ver nota) y en 2017 se convierten en “cimentadoras” del segundo intento, ahora en abierta alianza de iglesia y empresarios. Todo ello sucede justo cuando la organización de la Junta de Vecinos en Resistencia tomaba la calle para exigir respeto a sus derechos ambientales y de habitación  en el cerro.

Manta colocada afuera de la Catedral como parte de la manifestación de los Vecinos en resistencia. Foto tomada de su página.

Así, la presencia y rituales de Caminando con María son usados para aislar a los habitantes de la Cima e inhibir la eventual búsqueda de información acerca de los perjuicios sociales y ambientales que conlleva la construcción de la cruz monumental. Pues, al igual que en las experiencias pasadas, no se busca terminar con la pobreza ni con la violencia que muchas veces genera. Prueba de ello es que, en 25 años de contacto permanente, nunca hicieron uso de sus amplias influencias económicas y políticas para legalizar la posesión que en esa parte de la colonia Independencia llega hasta 60 años de los primeros asentamientos; su pobreza salarial tampoco les es tan ajena, pues muchos de sus habitantes han trabajado por generaciones en San Pedro: albañiles, pintores, jardineros, trabajo doméstico, etc. De igual manera, ni su constancia, ni sus procesiones mensuales desde la Basílica de Guadalupe en el centro de la colonia Independencia hasta la Cima, disminuyó en un ápice toda la violencia, inseguridad y acciones delictivas que en estas colonias, como en toda la ciudad, vivimos.  

Procesión periódica de Caminando con María y danza de mujeres de San Pedro. Imagen tomada de su página.

Finalmente, la cultura hegemónica, sostenida por la obediencia y la normalización de las desigualdades, nos impide pensar en cuestiones tan básicas como: ¿quién les pidió a estas asociaciones de “buenas y buenos cristianos” que vinieran a salvarnos? ¿Por qué se erigen en faro, luz y guía moral, cuando ignoran nuestras historias, nuestras culturas, nuestros valores? ¿por qué no van y plantan esa cruz monumental en alguno de sus hermosos cerros que tienen? Es tal la internalización de un orden socioeconómico como el capitalista, que parece implanteable un escenario al revés: en las exclusivas colonias de San Pedro ¿no tendrán necesidad de que los pobres vayan a sus casas a explicarles, y a ver si entienden que, cuando escuchan la frase “la religión es el opio del pueblo”, deben leer el planteamiento completo de Marx?, quien no reprochaba las creencias espirituales del pueblo sino que, condolido por sus sufrimientos, estudió y combatió las raíces profundas de la opresión: el sistema capitalista, que hoy tiene al planeta y a todo ser vivo estructuralmente en crisis. 

La religión es la interpretación general de este mundo, su resumen enciclopédico, su lógica en forma popular, su point d’honneur espiritualista, su exaltación, su sanción moral, su solemne complemento, su consuelo y justificación universal… La miseria religiosa es, al mismo tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real del mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo.[9]

22 de febrero de 2022

lylia.palacios@gmail.com


[1] Stedman Jones, Gareth (1999), “Cultura y políticas obreras en Londres 1870-1900: notas sobre la reconstrucción de una clase obrera”, en  Victoria Novelo (compiladora), Historia y Cultura Obrera. México: Instituto Mora/CIESAS, p. 39

[2] En literatura contemporánea, la novela Angela’s Ashes, de Frank McCourt, relata con maestría el funcionamiento de estas instituciones “caritativas” en Irlanda. Hay versión cinematográfica muy recomendable.

[3] Sampetrino es el gentilicio de quienes nacen en San Pedro Garza García, municipio conurbado a Monterrey y considerado el que más riqueza concentra en México. El cerro de la Loma Larga es frontera entre ambos municipios, no sólo orográfica, también social y económicamente: del lado sampetrino habita la riqueza, del lado regiomontano habita lo popular. 

[4] Angenot, M. 2010. El discurso social. Los límites históricos de lo pensable y lo decible. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, pp. 36-37.

[5] Por ejemplo, el “Directorio de Organizaciones de la Sociedad Civil en Nuevo León enfocadas al Desarrollo Social” (2021) suma más de 400 organismos ampliamente concentrados en el Área Metropolitana de Monterrey.

[6] Casi todas las grandes empresas o sus familias han creado fundaciones, un ejemplo es la de FRISA quien subsidia entre otras a Camino a la Cima. En https://www.fundacionfrisa.org/  

[7] Desde un temprano siglo XX, en las grandes empresas regiomontanas la convivencia interclasista fue práctica común. El modelo que siguieron lo definió Cervecería Cuauhtémoc: en 1918 creó el organismo interclasista, la Sociedad Cooperativa para Empleados y Obreros de Cervecería Cuauhtémoc, y en 1974 esposas de directivos de la misma empresa fundan la Asociación Nacional Pro Superación Personal A.C. SCyF y ANSPAC, son modelos de plena armonía entre intereses terrenales y celestiales.  

[8] El censo se propuso porque “No podemos correr a alguien del municipio, pero lo que sí podemos hacer es tener un registro e información de quién trabaja aquí para, si en determinado momento, alguien llega a cometer un robo, pues ya tengamos un antecedente de esa persona.” Para las bien portadas el premio al registrarse sería obtener su credencial para el  “acceso a quioscos cibernéticos, clases de computación, cursos deportivos, talleres culturales y al uso de los espacios, apoyos sociales, asesoría jurídica y sicológica, repostería y muchos más.” (Fuente: Revista Proceso)

[9] Marx, K. 1844. Crítica a la filosofía del derecho de Hegel, libro leído en esta liga electrónica.

Un comentario

  1. Muy bien planteado y expuesto. Me recordó la reciente relectura del Estado laico y sus enemigos de Carlos Monsivais y es obvio que el Estado mexicano es laico light.

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