La democracia después del 6 de junio / Por Eleocadio Martínez Silva

Nuevamente, como en el 2018, en las elecciones del 6 de junio la derecha subestimó a la sociedad mexicana. Las campañas del miedo no lograron su cometido. Las elecciones demostraron que la opción electoral de izquierda sigue fuerte en México. Si bien MORENA perdió votos con respecto a la elección de 2018, aumentará su número de diputados, pasando de 191 a un margen de entre 190 a 203 legisladores. Con sus aliados, el partido del presidente tiene garantizado la aprobación del presupuesto y leyes generales, y por si fuera poco, MORENA siguió avanzando a nivel territorial haciéndose de 11 gubernaturas, de 15 en disputa, y controlando 20 congresos estatales.

Los desconcertados por los resultados son quienes pensaron que con una alianza opositora que incluía empresarios, partidos políticos, sectores de la iglesia y medios de comunicación, así como el activismo del INE en contra de MORENA, más el guiño de Estados Unidos al bloque opositor, podían impedir la consolidación de la izquierda.

Los resultados electorales del 6 de junio no deben de sorprender a nadie, forman parte del proceso iniciado tres años antes con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. En las elecciones se escribió un capítulo crucial para el futuro de México. Las urnas mostraron que la opción de izquierda sigue viva en el país y avanza firme con miras a la elección presidenciales del 2024. Seguramente se seguirá avanzando en borrar el legado neoliberal, ejemplos sobran, uno de ellos: los recientes cambios para limitar la figura de la subcontratación o outsourcing usada para aumentar la explotación laboral.

Sabemos que la transformación mexicana no será fácil, como no lo es ningún avance histórico. Para empezar, los «mercados» (los especuladores de siempre) reaccionan como suelen hacerlo ante cualquier avance de la izquierda: con devaluación de la moneda y desplome de la Bolsa. Los empresarios prestos a sacar sus capitales antes cualquier asomo de lo que consideran políticas de izquierda. Lo único seguro, y muy pocos lo pueden poner en duda, es que  México ha dejado de ser un país ejemplar de comportamiento neoliberal. 

La consolidación del movimiento electoral de izquierda está enmarcada en un contexto político regional del que debemos aprender para llevar a otro nivel la democratización del país. En Chile –país que llegó a ser el alumno favorito del Fondo Monetario Internacional– amplios sectores sociales consolidaron una mayoría progresista de izquierda, después de una épica movilización juvenil popular que concluyó con el consenso de demoler la constitución neoliberal del pinochetismo. En Colombia, otro alumno ejemplar de los organismos internacionales, los jóvenes han tomado nota de lo que ha acontecido en Chile y están construyendo alternativas a los grupos políticos dominantes. En Perú, un movimiento social popular amplio de izquierda llevó a la presidencia a un  maestro rural con una propuesta anti neoliberal. En estos tres países se está construyendo un poder popular  desde abajo.

Después del 6 de junio debemos de llevar  a nuestra democracia a un escalón más alto y profundo a través del empoderamiento de los sectores populares. Lo que significa acercar y supeditar la esfera de la política y del dinero al plano de lo social.

A decir de Sergio Zermeño (2010:39)[1], la estrategia para llevar a nuestra democracia a un nivel más transformador implica operar en tres direcciones: 1) Hacia abajo, fortaleciendo desde lo territorial los espacios medios-local-regionales del país buscando al mismo tiempo empoderar a los actores sociales ahí radicados. 2) Profundizar la redimensión de la arquitectura de los aparatos burocráticos y de los espacios de representación (partidista,  parlamentaria y electoral), reubicando los recursos excesivos que han sido dirigidos a estos aparatos y orientándolos hacia el nivel social-local-regional territorializado. 3) Fortalecer la autoridad nacional con mirada social; que evite la destrucción de los agentes emprendedores de todo tipo, que sea capaz de hacer respetar los derechos laborales mínimos, capaz de respetar el entorno natural, y que evite el pillaje financiero, energético, cultural, de la biodiversidad y técnico-científico.

14 de junio de 2021

** Todas las imágenes fueron tomadas de Internet


[1] Zermeño, Sergio (2010) Reconstruir a México en el siglo XXI. Estrategias para mejorar la calidad de vida y enfrentar la destrucción del medio ambiente. Océano, México.

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