Los 44 de Sociología / por Mauricio Argüelles* y Eleocadio Martínez

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En una sociedad donde prevalece el enaltecimiento del valor de lo práctico por sobre lo abstracto, y del trabajo y consumismo sin cuestionamiento de sus condiciones y efectos, dedicarse a las Ciencias Sociales como profesión parecería incauto, o en el mejor de los casos, “idealista”. Sin embargo, en esta sociedad regiomontana post-industrial, donde se acumularon pobreza, desigualdad y deterioro rural y urbano, la violencia y exclusión social que por décadas eludimos estallaron en los últimos años en lágrimas y sangre. Esto lo entendieron gobiernos, empresas, ONG, y por supuesto, centros de investigación y universidades, que han invertido crecientemente en generar más estudios sociales y programas académicos de licenciatura y posgrado en Ciencias Sociales, a partir de las que se busca entender y explicar de forma más cabal la sociedad. Entre éstas, como toda gran escuela pública que –al menos en el nombre– se precia de su autonomía, la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) sigue siendo en el noreste del país la institución que lleva la batuta en la generación, difusión y aplicación del conocimiento social.

Sin embargo, la Universidad no ha escuchado el reclamo social de asumir desde su ámbito un papel protagónico para enfrentar –blandiendo las armas que le brindan la promoción del pensamiento crítico y la libertad de expresión– las violencias y sus causas. ¿Qué otra institución de educación podría tomar este papel si no es la universidad pública? Una institución que pertenece a la sociedad y a la cual debe de servir buscando respuestas y presentando soluciones a sus preocupaciones, desconciertos y problemas. La UANL dejó de ser la institución que catapultara las Ciencias Sociales para enfrentar los problemas sociales y contribuyese así a contar con mejores instituciones y una sociedad más justa y próspera. Por el contrario, en los últimos años hemos sido testigos de cómo tanto autoridades como maestros de esta institución hemos participado activa o pasivamente en lo que parece ser es una clara embestida contra las Ciencias Sociales y su desarrollo.

Dentro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL se ofrece desde hace más de 40 años la Licenciatura en Sociología. En sus inicios estudiar esta carrera era apetecible para luchadores sociales de vocación, que buscaban nutrirse del conocimiento de la teoría social para armar la revolución (al menos cultural), lo cual por supuesto implicaba un problema político para las autoridades gubernamentales (y también para las universitarias); sin embargo, con la profesionalización de la investigación social, la carrera de Sociología se fue consolidando como una de las profesiones ideales ya no sólo para entender y promover el cambio social, sino también para ejercer la investigación, la consultoría, y el diseño y aplicación de políticas sociales.

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Estudiantes de la UANL exigen justicia por Ayotzinapa (2014). Foto: Los Ángeles Press / Foto principal: Estudiantes de Filosofía y Letras se manifiestan contra la violencia y muerte de un estudiante de sociología (2012). Foto: Proceso 

Actualmente, quienes orgullosamente formamos parte del Colegio de Sociología (las siete carreras de la Facultad de Filosofía están agrupadas en llamados “Colegios”) tenemos la honra de contribuir a la formación de 83 muchachos y muchachas que buscan ser sociólogos de profesión. Parece un número menor, y lo es, dada la gran demanda de soluciones a los problemas actuales de una sociedad como la regiomontana. Sin embargo, ya fueran 8, 80 u 800 estudiantes, cada persona aporta una visión propia y particular del universo, y de hecho un grupo de estudiantes, que podría apenas llenar la mitad de un salón de primer semestre de la Facultad de Contaduría de la UANL, nos han demostrado que tienen la voluntad y el empuje para manifestar y pelear por sus propias demandas, que tienen que ver con su entorno inmediato, que es su Facultad.

Es así como en un contexto de cambio administrativo en la coordinación del Colegio de Sociología, y sobre todo, de cambio en la forma de comunicar y tomar en cuenta las opiniones de profesores y alumnos, 44 estudiantes del Colegio de Sociología consideraron en este verano del 2018 que la calidad educativa de su carrera y el ejercicio del espíritu democrático que les inculcan en su propia escuela estaban en riesgo: no fueron tomados en cuenta para la realización de sus horarios (sobre todo pensando en que algunos tenían posibilidad de empalmes entre materias); y fueron testigos de cómo uno de sus profesores más admirado y socorrido era relegado, sin justificación razonable y sin aviso de por medio, no sólo del Colegio de Sociología, sino de la misma Facultad; además de que vieron cómo otros profesores del Colegio, quienes tenían años de impartir clases aquí, eran desplazados hacia las materias del tronco común, para con esto darle cabida a maestros que no tenían el perfil o experiencia para impartir clases en la Licenciatura en Sociología.

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Estudiantes de Filosofía y Letras protestan por los concursos de belleza en la UANL (2015). Foto: Proceso

Como medida inédita, estos 44 estudiantes decidieron no inscribirse en el semestre mientras no fueran escuchados y les fueran ofrecidas soluciones a sus peticiones. Este movimiento de protesta y exigencia duró aproximadamente tres semanas, al cabo de lo cual los estudiantes cedieron en su empeño de no inscribirse, pero no en su exigencia por cambiar la situación de su carrera.

Cincuenta años después de la generación del 68 mexicano, el anhelo y exigencia por que se aplique realmente la democracia participativa en las universidades y en todas las instituciones, siguen vigentes en las voces de estos estudiantes de Sociología. Tenemos en nuestra mente a esos 44 muchachos y muchachas que por convicción y decisión propia, y movidos por sus ideales de mejorar las cosas, se manifestaron por la búsqueda del cambio social en su propia escuela. Lo que hicieron este verano del 2018 ustedes, muchachos, muchachas, quedará grabado para siempre en la historia de nuestra Facultad y de nuestra Universidad.

6 de agosto de 2018

(*) El colaborador invitado es doctor en Ciencias Sociales y docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL

2 Comentarios

  1. La UANL no reconoce mi antigüedad y no quiere darme mi jubilación , quieren que me jubile dentro de 2 años y me vaya con el 50 por ciento de mi sueldo, yo tengo derecho s jubilarme desde hace dos años con el 80 por cierto. Por esto demandé a la UANL y está actualmente el juicio en el Tribunal Federal. Mientras desde que fue rector Piñeyro, impuso que los ex rectores y ex directores que están dos periodos en el puesto… Se quedan con el sueldo vitalicio. Es tiempo de austeridad, espero que ahora con AMLO eso termine con esos sueldos vitalicios y el dinero se dedique a Investigación, y a jubilaciones dignas.

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  2. ¿Qué nos puede decir de todo esto el exrector Dr. Luis Galán Wong, quien dice compartir el ideal de AMLO por “tener un México y una ciudad de Monterrey, dentro de la legalidad …”.
    Hay que preguntarle al director del Instituto de Biotecnología de la Facultad de Biología de la Máxima Casa de Estudio: ¿y la UANL no debe entrar en esa legalidad?

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