«Estamos hasta la madre» /por Rodolfo García Martínez

Desde la última vez que me tocó escribir en nuestro blog estuve pensando en la posibilidad de escribir, para mi siguiente turno, sobre algún tema de la sociología de lo cotidiano, un tema nuestro, “del diario” como decían nuestros mayores, pero con la mirada crítica desde la cual la sociología puede observar las cosas de siempre.

Pensé en el tráfico como tema , había calculado que sería casi al inicio del ciclo escolar y que en esta semana el tráfico vehicular definitivamente toca nuestra cotidianeidad. Pensé, conversé y leí bastantes cosas: que Monterrey está en el top 10 de las ciudades con más tráfico a nivel mundial[1], que el tránsito aumentó 66% y perdemos, quien más quien menos, 116 horas al año en el tránsito; casi a cualquiera nos parecería poco, quien trabaje en el centro y viva en Apodaca, al menos pierde diariamente 2 horas entre Constitución y Morones (avenidas paralelas al río Santa Catarina que atraviesan toda la ciudad). Las perspectivas y los puntos de partida para abordar el tema son muchos: el colapso del Metro de hace un par de semanas ante el regreso de los estudiantes de la UANL, la pobreza de tiempo que padecemos todos por la crisis de movilidad, el impacto en la salud mental y en las relaciones familiares, el transporte público o las muertes viales, el expediente público del PIMUS-ZMM o el más reciente Plan Maestro[2]con sus luces y sombras… Pero la vida a veces es más desafiante que lo que uno planea; entonces asesinaron a Diego, Uriel, Jaime, Roberto y Dante en Lagos de Moreno, y cambié de tema. 

Dante Cedillo, Diego Lara, Jaime Martínez, Roberto Olmeda y Uriel Galván fueron reportados como desaparecidos el pasado 12 de agosto en Jalisco. Foto: Expansión

El título le queda muy bien al tema de movilidad, también de esas cosas “estamos hasta la madre”, pero el origen de esa frase es otro y en ese contexto lo quiero dejar. En el 2011 el ex poeta[3] Javier Sicilia escribió, Carta abierta a políticos y criminales: «Estamos hasta la madre”, en torno al asesinato de su propio hijo “Juanelo” y recogiendo el sentir y la indignación de muchas otras familias que han vivido el asesinato y la posterior criminalización de sus hijos. En ella enumeró algunas indignaciones hacia políticos y criminales: impunidad, corrupción, falta de acceso a oportunidades, la “pinche competitividad” y grilla política; la imaginación para la violencia, uso de armas e insultos, la no búsqueda de un trabajo honrado, pérdida de códigos de honor, crueldad y asesinato de inocentes. Para Sicilia, cada ciudadano ha sido reducido a una vida no protegida, de uno que puede ser violentado, secuestrado o asesinado sin consecuencias, cosa que de seguro podemos sentir o ver que sienten otros, y especialmente otras, cercanos a nosotros. En esa carta invita a los políticos a renunciar si no pueden gobernar, a los criminales a detener sus acciones violentas y a los ciudadanos a exigir activamente justicia y paz. Todo esto llevó a las caravanas por la paz y al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Aquí les dejo un extracto: 

Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que Estamos hasta la madre (J. Sicilia, Carta abierta a políticos y criminales 2011).

La cotidianeidad de la violencia o la violencia rutinaria

Uno de los asuntos de la sociología de la cotidianeidad es que una cosa no es cotidiana por su recurrencia aun cuando esa nota le sea característica, sino que le va mejor el concepto de rutina en el sentido de que es repetido, es decir, conocido hasta considerarlo obvio. Casi al grado de invisible porque “no nos damos cuenta”, está ahí siempre, así es, así ha sido siempre o ya no recordamos otro modo en el que ha sido; lo consideramos tan normal que ya “la conciencia observadora ni pregunta ni interpreta” puesto que lo que sucede está previsto; “mientras todo ocurra como está previsto no hay nada por mirar en el sentido fuerte del término -mirada que interroga, que pregunta, que busca saber-. La cotidianeidad es particularmente pertinente por esta nota: lo social se hace opaco” (Canales Cerón, online). Justo como el tráfico de nuestra ciudad, es verdad que lo vemos y lo hablamos, pero no es cotidiano, está allí, nos parece que es lo normal, nos adaptamos, le damos esa parte de nuestro día que “le corresponde”, pero quizá no cuestionamos si puede o debe cambiar, así es Monterrey y su área metropolitana. 

Entonces hace un par de semanas vino la noticia de unos jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco, hecho que tristemente tampoco nos es ajeno, nos es recurrente, no es una noticia extraña de nuestros noticieros, quizá preguntamos con naturalidad y a veces sin sorpresa  ¿y ahora qué es lo que pasó? ¿a quién le tocó esta vez? Leemos u oímos la nota y pasamos con naturalidad a La casa de los famosos para conversar al final del día, aún sin quererlo, mucho más sobre Wendy Guevara que sobre Dante y sus amigos. La nota de estos jóvenes de los Altos de Jalisco, lugar que casi alcanza las 15 mil desapariciones, se une a otras muchas notas de violencia y a los 153 mil jóvenes asesinados desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico; juvenicidio, le llaman algunos. 

¿Todos estos actos violentos son un hecho social cotidiano? ¿Son cotidianos en el sentido sociológico de ya no cuestionar, de hacerlo parte de la rutina? ¿Nos sorprendemos aun al grado de conmovernos como ciudadanía hasta la indignación y el activismo? ¿Estamos anestesiados, acostumbrados, indolentes? ¿Hacemos de ello un objeto de estudio para tesis o de propaganda personal o política sin comprometernos? ¿Vemos las manifestaciones, bardas, carteles o lonas como parte del panorama urbano cotidiano sin buscar con las familias, sin conmovernos? 

¿Oímos? 

Luego nuestro Presidente; en la conferencia matutina del 16 de agosto entre los temas que tocó, no sólo omitió, siendo cuestionado al respecto, el tema de Lagos de Moreno sino que además contó un chiste e invitó: ¡vámonos a desayunar! Al finalizar esa mañanera y al percatarse que el tema no sería abordado, los periodistas gritaron: ¡Lagos de Moreno!, con una mano cerca de la oreja el presidente hizo signo de no escuchar y contó un chiste en el que una persona decididamente no quiere escuchar o escucha lo que más le conviene. 

Durante ‘La Mañanera’, López Obrador evadió la desaparición de los cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco. (Jovani Pérez / Infobae)

Sin interpretación del hecho, hago mía la pregunta de Dan Crenshaw contra Andrés Manuel hace unos días: “Entonces yo tengo una pregunta al Presidente de México ¿cuánta violencia pueden soportar en su país? ¿Cuándo van a llegar a su límite?” ¿Cuándo vamos a llegar a nuestro límite? ¿Cuánta violencia podemos soportar? ¿Llega a nosotros el clamor de las familias que buscan a sus desaparecidos? ¿O preferimos hacer caso omiso, bromear, politizar, academizar con el dolor de otros? ¿Podemos salir de la cotidianeidad que no cuestiona y atrevernos a conversar, proponer, reflexionar, aportar, actuar a favor de la paz? ¿Podemos ser ese observador que interviene, reflexiona, actúa o preferimos permanecer como observadores supuestamente no participantes de esta sociedad? 

Acciones de paz

¿Algo para actuar? Cada uno desde su trinchera, cada uno desde sus conversaciones, cada uno desde su cotidianeidad puede hacer algo. También podemos estar atentos y participar en los conversatorios rumbo al Diálogo Nacional por la Paz (21 al 23 de septiembre en la Universidad Iberoamericana de Puebla), que tiene como finalidad construir una ruta que pueda ser a la vez local y nacional,  diversa y trabajando en unidad; esperamos que después de reunirse gobiernos locales y nacionales, académicos, medios, iglesias, sociedad civil, empresarios, víctimas, se pueda construir una agenda nacional de paz y una Red Nacional de Paz. La paz es una tarea de todos.

Los desaparecidos nos faltan a todos.

30 de agosto, Día Internacional de las Personas desaparecidas.


«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
ya que no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
ya que no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
ya que no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
ya que no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar».

(Primero vinieron… poema del pastor luterano Martin Niemöller/1892-1984).

29 de agosto de 2023

padrerodo@gmail.com 

** Portada: Madres buscadoras de Chiapas. Fuente: Tiempo Real


[1] Global Traffic Scorecard, INRIX Research, https://inrix.com/scorecard/

[2] Programa Integral de Movilidad Urbana Sustentable de la Zona Metropolitana de Monterrey y el Plan Maestro para lograr la movilidad que siempre debimos tener, 2022. 

[3] Digo “ex poeta” porque Sicilia dijo adiós a la poesía después de leer su último poema dedicado a Juan Francisco, su hijo asesinado; “el mundo ya no es digno de la palabra, nos la ahogaron… la poesía ya no existe para mí” dijo. Carta Abierta de Javier Sicilia a Políticos y criminales: Estamos hasta la madre. 2011. https://www.uv.mx/blogs/lectores/files/2011/04/cartaAbierta.pdf

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