
…el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza. (K. Marx, “La llamada acumulación originaria”)
Con esta frase que aparece en El Capital (1867), Marx cierra el recuento sobre la cruenta esclavitud africana en las colonias europeas, de la matanza y sometimiento de los pueblos nativos de lo que se nombró América, del despojo y expulsión de pueblos campesinos ingleses, del trabajo forzado de hombres, mujeres y niños metidos en lúgubres talleres y fábricas durante jornadas de 16 horas. Sobre estos cimientos de violencia y dolor se gesta en Inglaterra el capitalismo industrial en la segunda mitad del siglo 18.
A poco más de 260 años, el capitalismo presume glorias a su favor: que se mejoraron las condiciones de vida y salud, que se reglamentó el trabajo asalariado, que se abolió la esclavitud, y no se diga de todos sus descubrimientos e invenciones científicas y tecnológicas. Entonces, ¿por qué la sangre y el lodo siguen marcando la historia de pueblos y personas en el mundo entero?
Porque el capitalismo como sistema social contiene contradicciones internas sin solución: la ganancia y acumulación de capital privadas, leitmotiv de la clase capitalista, se opone desde el principio y se agudiza a lo largo del tiempo a la producción de riqueza creada colectivamente por la clase que vive del trabajo. Agua y aceite, salvo la aparente o efímera fusión que se expresa en coyunturas históricas de bienestar y mejoría general, y que aparecen cuando esta solución se agita (por interés del capital y casi siempre por presión y lucha social). Capitalismo y bien común, la terca historia nos lo dice: son irreconciliables.
Ahora, ¿por qué resulta tan difícil imaginar otras formas de sociedad más allá de la economía de mercado capitalista, si social y planetariamente nos está yendo como en feria? La pobreza no se extingue, aumenta; la migración por hambre, por guerras, por represión, se convirtió en diásporas de millones de personas que están quebrando las burbujas de bienestar de las economías europeas y estadounidense; la violencia y el crimen se integraron plenamente a la economía de mercado; el Estado y sus gobiernos (de derecha, ultra derecha, democráticos o de “izquierda”) velan con la ley y el garrote por los intereses de los poderosos; las mujeres y las infancias pobres y racializadas sufren; la naturaleza es saqueada sin tregua.
¿Qué todo lo anterior no va en sentido contrario al “desarrollo y el progreso”? Se llama crisis estructural, pero no sabemos cuándo ni cómo terminará. En tanto, la clase que vive del trabajo ajeno, se sigue esforzando en convencernos de que el capitalismo tiene redención. Les comento y comparto algunos ejemplos de Monterrey.
El capitalismo social o consciente o verde o responsable o sustentable…
Dado que el capitalismo no está (conscientemente) dispuesto a terminar por suicidio, ni retirarse voluntariamente con un “usted perdone”, tiene un rato de estar produciendo nuevos lenguajes y propuestas –igual de contradictorios– que intentan “mejorar” el sistema asumiendo que éste llegó para quedarse hasta el fin de la humanidad.
En 1987, luego de profundas crisis económicas y diversas revueltas sociales, la ONU (Naciones Unidas) lanzó el llamado Informe Brundtland, pronto desplazado pues el texto original planteaba, aunque tímidamente, modificar sustancialmente el sistema de producción capitalista como condicionante para resolver los problemas sociales y ambientales. Le siguieron propuestas bastante ligeras como la Agenda XXI, los ODS, etc., en general, listas de buenos deseos para plataformas políticas, innumerables comisiones internacionales y, sin duda, buenos negocios.
De esta cruzada sistémica por mantener la idea de “capitalismo o barbarie” (como si el genocidio del pueblo palestino por Israel y EUA fuera un rally por la democracia) han surgido desde finales del siglo pasado toda una serie de combinaciones: capitalismo sustentable, capitalismo verde, capitalismo social, capitalismo consciente… suma de mezcolanzas contradictorias, que a fin de cuentas sirven más para justificarse la clase que vive del trabajo ajeno que lo que logran transformar. Aquí una perla que nos ofrece el Centro de Empresas Conscientes del Tec de Monterrey: el capitalismo consciente.
“El capitalismo consciente busca que los seres humanos y el planeta puedan florecer y prosperar al mismo tiempo.”
“Negocios basados en el amor y cuidado, que ven a sus clientes, proveedores y colaboradores [léase empleados y obreros] como seres humanos de carne y hueso a quienes se siente privilegiado de servir.”
Habríamos de ir a las paradas de transporte público a preguntarles a quienes esperan más de una hora su camión y tardan otra hora y media en llegar a su trabajo, qué tan amados y cuidados se sienten por este capitalismo querendón.

Otro ejemplo de estas acciones contradictorias lo tenemos en el proyecto creado por la élite empresarial regiomontana: Iniciativa Capitalismo Social. Propuesta que busca en el legado idealizado de empresarios de primera generación, el sustento ideológico de sus iniciativas “innovadoras”. Veamos.
Estándar de vida digna. Con la participación del Tec de Monterrey se realizó un conversatorio con académicos británicos (en inglés, of course) que expusieron la metodología para determinar un estándar de vida digna relacionado con la calidad en la vivienda, trabajo, salud, educación, recreación, etc. Le siguió la presentación local de los avances de la investigación cualitativa y los “hallazgos” obtenidos. Lástima que no supieran que en el artículo 123 de la Constitución de 1917, el “hallazgo” de desear una vida digna se sintetizó en la definición de salario mínimo:
“Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe [o jefa, incluimos hoy] de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.”

Pero ni quien se apure, estas instituciones privadas están más ocupadas en seguir copiando cuanta moda occidental aparece alrededor de los impactos climáticos y devastación de la naturaleza:
Economía Regenerativa: Mas allá de la sostenibilidad. La tendencia europea es la preocupación por los umbrales que se han traspasado con la devastadora producción industrial y consumo capitalistas: crisis climática, uso del agua, deforestación, contaminación, etcétera. Por tanto, menciona el director de la Iniciativa Capitalismo Social: “La economía regenerativa busca regresarle valor a nuestro medio ambiente.” Y a través de ella se buscaría “proveer al mercado de productos y servicios que ponen las bondades de nuestro sistema económico al servicio de la naturaleza.” ¡Capitalismo forever!
Regreso, para cerrar localmente, al carácter esencialmente contradictorio del capitalismo: todas las iniciativas y preocupaciones para ponerle al capitalismo “un rostro humano”, son difundidas institucionalmente por las mismas empresas que están a la cabeza de las actividades que más dañan a la ciudad metropolitana y sus habitantes: las industrias cementera, metalúrgica, del vidrio, química, etc., que contaminan aire y agua; las empresas constructoras e inmobiliarias que siguen extendiendo las planchas de cemento y concreto, las del gran comercio y del espectáculo masivo que fomentan el consumismo.

Y es esta elite empresarial la que constituye un gobierno paralelo en el estado a través del Consejo Nuevo León, de allí sale el plan estratégico que ordena y reordena la ciudad. Por tanto, ellos como nosotros saben qué produce la contaminación, saben que faltan árboles, que el agua seguirá escaseando, pueden entender que la crisis de transporte público no se resuelve comprando más carros y haciendo más túneles en los cerros, tal vez sepan que los salarios que pagan a todos sus trabajadores están lejos del “estándar de vida digna”. En fin, no es por desconocimiento que no pasan del dicho al hecho y emprenden esa “economía regenerativa” con espíritu de “capitalismo consciente”, no lo hacen porque de hacerlo iniciarían el camino de su desaparición como clase poseedora del capital. Y eso, no está en su naturaleza social, cosa sabida desde el siglo 19:
«Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un 10 por 100 y acudirá a donde sea; un 20 por 100, y se sentirá animado; con un 50 por 100, positivamente temerario, al 100 por 100, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a que no se arriesgue, aunque arrostre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas suponen ganancia, allí estará el capital encizañándolas. Prueba: el contrabando y la trata de esclavos.” (P.J. Dunning, citado por Marx en El Capital)
Y nosotros, los de abajo, ¿Qué estamos haciendo?
¡No al túnel en la Loma Larga!
¡Alto al despojo y violencia contra los pueblos indígenas y campesinos de México!
¡Palestina libre, alto al genocidio!
Construyamos un mundo posible para “Dení Etcétera”
28 de noviembre de 2023
** Portada: Monterrey ciudad cada vez más contaminada. Foto tomada de internet.
