La Loma Larga y el extractivismo urbano / Lylia Palacios

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No son las mentiras francas sino las refinadas falsedades las que entorpecen la expresión de la verdad.  Lichtenberg (1742-1799)
El peligro de todos los peligros: que nada tenga significado. Nietzsche (1844-1900)

¿Qué me une a la colonia Independencia? Pues que allí nací, hija de un obrero textil que llegó de Parras, Coahuila en busca de trabajo, junto con mi madre y mis hermanos. En la Independencia nacimos sus últimos 4 hijos. Su arribo a esa colonia fue porque otros parrenses ya vivían acá, o sea, usó las redes sociales -las de carne y hueso- para encontrar trabajo y vivienda. Mi madre hoy de 98 años recuerda con agradecimiento a sus vecinas que la acogieron, a Camila que la acompañó la primera vez para que no se perdiera y supiera dónde estaba el mercado Colón[1], “era fácil, -me dice- nada más era de cruzar el rio”; a Clara y la Chata que cuando enfermó la visitaban y le llevaban de comer. Qué más hizo con ellas, pues se volvieron comadres, me cuenta con ojitos que se iluminan. Desde niña recuerdo que vivir allí tenía el estigma de habitar un barrio de gente “peligrosa”, poblado por migrantes de San Luis Potosí, que eran casi sinónimo de “indios pata rajada”. A contrario sensu, mi infancia transcurrió feliz y segura. Tiene una que crecer y leer para entender que eso se llama prejuicio y discriminación, así como comprender que ese pensamiento corresponde a la concepción social que predomina culturalmente.

Desde hace unos meses inicié una serie de entrevistas con vecinos de la colonia; me invitaron los de la Junta de Vecinos en Resistencia Independencia Tanques-América. He podido entrevistar a maravillosas personas como la Sra. Chayo, linda mujer platicadora que vive en la misma casa donde nació; ella se pregunta una y otra vez por qué, “por qué destruir nuestra colonia, quieren nuestros terrenos? Por qué, ¡esta es una colonia productiva, es una colonia que vive!” Más arriba vive Juanita Lorena una joven de Tanques que también nació allí. Su bonita casa es producto como de la mayoría, de la autoconstrucción.[2] Fue su papá, familiares y vecinos los que la construyeron y al platicar sobre el vecindario me dice “Sí nos conocemos. Aquí puedes llegar a la tienda y preguntar, ¿dónde vive fulanito? –vive al lado de tal, ah! eres hija de fulanito- y comienzan a platicar historias de su juventud… Aquí todo mundo tiene algo de cada quien.” Y así, conocí a don Chencho fundador de la colonia Tanques, quien a sus ochenta y tantos se siente orgulloso de haber ayudado a meter el servicio de agua para los colonos que fueron estableciéndose en los 70. El sigue subiendo escaleras, aunque su trabajo de acarrear con mulas ya no puede hacerlo.[3]

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Monterrey desde la colonia Tanques arriba de la Indepe. Foto: Lizzy Garza

En éstas y en las entrevistas que vamos sumando, aflora por todos lados los por qué tendría que abandonar mi casa, los por qué el gobierno no está de nuestro lado. No se tragan eso de la regeneración urbana, ni la jerga de la sustentabilidad y movilidad, que sólo la pueden esgrimir como fundamento quienes carecen de escrúpulos (empresarios inmobiliarios y gobierno), y por quienes desconocen por completo el día a día de estas comunidades. Allí, como mi madre a principios de los años 50, la gente se conoce y se ayuda en las buenas y en las malas. Y por favor, nadie apele a la inseguridad en esa colonia, pues hasta el mito del municipio blindado se cayó con Mauricio Fernández aun siendo alcalde de San Pedro. La gente de la Loma Larga sabe quiénes codician su hábitat: son las constructoras, inmobiliarias y las financiadoras.

Y qué mejor representante de quienes están en ese negocio que Mauricio Fernández, miembro de la élite centenaria de esta ciudad, para quien el pobre no es más que un estorbo a quitar.[4] Arrogante y falaz declaraba hace unos meses respecto a la oposición de los colonos a la interconexión:

“Invasivos son ellos que se metieron a un terreno de propiedad privada y no son dueños, eso sí es ser invasivos. Nosotros no somos invasivos estamos tratando de arreglar una posición de invasión y que queden como propietarios, pero que despejen el lugar que invadieron.

“Se les está tratando de legalizar y de darles algo, que tengan propiedad y que no estén como invasores que no tienen nada. Eso no creo que sea perjudicar a la gente y además con el ofrecimiento de si se quieren quedar en el mismo sector se pueden quedar ahí”.

Esta refinada falsedad acerca del bien que pretenden hacerles se devela burla al ver el render sobre la interconexión que hizo el gobierno estatal, proyecto muy bien analizado en el artículo Interconexiones vemos regeneraciones urbanas no sabemos y donde la colonia proletaria más antigua de Monterrey simplemente desaparece.

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Fotograma de la interconexión y la loma larga, donde hoy está la colonia Independencia. Ver video presentado por el Grupo Reforma

Y en esto andan personeros del gobierno estatal entre los habitantes de la loma larga, ofreciéndoles regularizar y ya como flamantes propietarios desalojarlos con unos pesos más. También algunas ONG pagadas por empresas como Cemex, Femsa, etc., y misiones religiosas relacionadas con el Opus Dei, que están haciendo trabajo «comunitario» desde el cerro de La Campana hasta donde termina la colonia Independencia. Todo ese trabajo va dirigido a la contención del conflicto social y a alentar la aceptación y el conformismo de quienes al momento y después se verán afectados y desplazados. Lamentablemente el amedrentamiento ya existe y no es de dudar que pueda incrementarse.

Con lo que está pasando en la ciudad, estamos simplemente viendo cómo se juntan los extremos campo-ciudad, norte-sur, con las maneras cada vez más inhumanas, inmorales y destructivas de la acumulación de capital. Toman lo que antes depreciaron o “respetaron” para convertirlo ahora en mercancía. El extractivismo se asomó primero en las zonas rurales con la minería, la energía eólica, en los bosques con la depredación, rápidamente acompañando del despojo de tierras y bienes a comunidades campesinas e indígenas.[5] Ahora las grandes ciudades enfrentan el extractivismo y despojo como especulación inmobiliaria y la expansión del suelo urbano para seguir acumulando riqueza.

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Visita a la escuela de una comunidad zapatista. Foto: Lylia Palacios, 2013.

En el prólogo del libro colectivo Extractivismo Urbano se dice:

“En las ciudades no son los terratenientes sojeros, ni las megaminerías, ni las petroleras, sino la especulación inmobiliaria la que expulsa y aglutina población, concentra riquezas, produce desplazamientos de personas, se apropia de lo público, provoca daños ambientales y desafía a la naturaleza, todo esto en un marco de degradación social e institucional.”

Esto es Monterrey hoy, ante nuestros ojos estamos viendo transformaciones sustanciales que nos afectan como ciudad y nuestra vida en ella. Y esto nos involucra a todos y todas, vivimos en una sociedad donde el estado y sus instancias de gobierno protegen abiertamente el interés del capital y sus aliados, incluso religiosos; nuestras relaciones humanas y sociales siguen ancladas en el fetiche del progreso en su expresión más banal del consumismo. Tal vez, hemos llegado a un estado social peor que el que pensó Nietzsche y sólo el consumo tiene significado para la gran mayoría. Pero terca soy y habrá que seguirle junto con los muchos igual de tercos en esta ciudad.

21 de enero de 2019

[1] Para los jóvenes, el popular mercado Colón estaba sobre la calle Ocampo donde hoy está Pabellón M.

[2] Las ventas al menudeo de materiales para la construcción es para empresas como Cemex la fuente de ingresos por ventas más importante.

[3] Las entrevistas que estamos realizando son parte del proyecto de la Junta de Vecinos para registrar mediante la historia oral, el sentir, la reflexión y vivencias de una comunidad viva, hoy en estado de acecho para ser despojada.

[4] Obviamente junto con Mauricio están todos los demás empresarios que cómodamente se ponen atrás de proyectos de “regeneración urbana”, o se acomodan en patronatos para financiar obras pías como cruces monumentales, etc. Vale la pena leer el reportaje de Santiago Ramírez en El Universal acerca del proyecto “Cruz y Luz” antecedente empresarial del Memorial de la Misericordia.

[5] Los megaproyectos como el Tren Maya del actual gobierno federal lamentablemente siguen la misma ruta, aunque supongan que lo están haciendo por el bien de los pueblos indígenas que serán afectados.

Foto de portada niños jugando en la loma, tomada durante las entrevistas por Lizzy Garza 

6 Comentarios

  1. Felicidades, Lylia. El texto reúne la calidez de la pertenencia con la denuncia de un problema que parece insalvable. ¡Qué difícil! Por lo pronto, compartiré la liga.

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  2. Felicidades por la Narrativa y el esfuerzo por demostrar que las personas que ahí viven, muchas veces «invisibles» para políticos y mafias ultraconservadoras, saludos!

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