Migrantes / por José Juan Olvera

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Hace dos semanas, una estudiante mexicoamericana y amiga personal, vio su auto lleno de escupitajos cuando regresó de un concierto al cual había asistido vestida de cantante mexicana. Otra estudiante del mismo origen, quien imparte clases para pagar su beca en una universidad del sur de Estados Unidos, recibió como retroalimentación del curso el comentario de un estudiante que más o menos decía: “como votante de Trump me preocupa su desempeño como maestra en el curso sobre raza y género”. En ambos casos, se trata de ciudadanas estadounidenses de origen mexicano que están sufriendo el peso de la xenofobia en sus vidas cotidianas; así es que podemos imaginar las condiciones de incertidumbre y angustia que sufren ahora los millones de mexicanos que viven en EU y no tienen el estatus de ciudadanos. A esa nueva condición se suma la debilidad de la posición mexicana, como gobierno y sociedad, derivada del desconocimiento que tenemos de la realidad de los migrantes mexicanos y los mexicoamericanos en aquel país. Poco conocimiento significa poca posibilidad de intervención.

Cierto que quienes han estado en contacto con familiares del “otro lado” y ciertos sectores del gobierno y la academia, conocen algunos aspectos de esta realidad, pero tal información no ha llegado a socializarse como para sensibilizar o movilizar a la sociedad.

De acuerdo con el Pew Research Center, hay 35 millones de personas de origen mexicano en Estados Unidos, de las cuales 11 millones han nacido en México y 5.8 viven de forma ilegal. Éstos últimos, aunque han disminuido en 500 mil desde 2009, aún constituyen 52% de los 11 millones de personas ilegales en EU, de acuerdo con este centro.

Uno de los aspectos que poco conocemos es lo heterogéneo que es el universo de mexicanos en EU en términos socioeconómicos, políticos y religiosos. De manera que no todos los mexicoamericanos sienten acoso y no todos los ilegales sienten que mañana los deportarán. Muchos están conscientes de sus derechos y dispuestos a hacerlos efectivos. Lo mismo podemos decir del retorno de mexicanos a nuestro país. No es muy conocido el hecho de que, durante los últimos años, la balanza se ha inclinado hacia los que retornan a México sobre los que se van a EU. Ahora bien, la diversidad de mexicanos y de sus condiciones allá, significa que los que retornan también son diversos. Algunos regresan a sus comunidades de origen, pero otros no. Algunos regresan por decisiones familiares, enfermedades, por realizar un proyecto en México. Otros son deportados. Y aún dentro de ellos hay diversidad. Sin embargo, en contextos de poca información o de desinformación los prejuicios abundan e impiden un conocimiento claro.

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Fuente: Univision

Entre 2004 y 2013 Estados Unidos deportó a casi tres y medio millones de extranjeros (3, 468,424), de los cuales 70% (2, 444,608) eran mexicanos. De estos, poco más de un millón, tuvieron una condena de la justicia estadounidense por ofensas de muy diverso tipo, que incluyen cuestiones administrativas de tránsito. El retorno a México, por decisión propia o expulsión es algo sobre lo que deberíamos conocer más. Algunos han arribado a ciudades y pueblos de nuestro país en condiciones difíciles, pues no cuentan con redes de apoyo y se han habituado a la cultura estadounidense.  En muchos casos, el potencial y los nuevos conocimientos que los retornados traen se ha estado perdiendo, porque el Estado mexicano no logró desarrollar políticas claras, homogéneas y de largo aliento para enfrentar esa situación, entre otros motivos.

Ante los preocupantes procesos de estigmatización y señalamiento público, hostigamiento y acoso de los mexicanos y mexicoamericanos -una política que divide a las minorías para fortalecer el control y el dominio- es nuestro deber de informarnos más y mejor, contactarnos con organizaciones de mexicanos y mexicoamericanos y participar en nuestra defensa conjunta. En el camino podríamos ir aprendiendo hasta dónde nuestra política exterior ha sido oportuna y eficaz y qué parte estamos pagando por una política indolente, omisa y retardada.

No puedo aceptar que algunos mandatarios o gobiernos extranjeros salgan en defensa de México y sus ciudadanos, quienes tienen razón en sentirse sorprendidos, enojados y amedrentados, mientras estos mismos ciudadanos no salgan en defensa de sus primos, hermanos, familiares o vecinos que se fueron a trabajar o a vivir a Estados Unidos. Muchos ayudan o mantienen a buena parte de los hogares en este país. Al mismo tiempo, atender y entender a los mexicanos que han estado regresando durante los últimos años.  Si no hemos visto pasar a dos millones y medio de migrantes de regreso a nuestro país, puede suceder que estos se hacen invisibles y/o que nosotros no hemos querido verlos. Deberíamos reflexionar sobre esto cuando exigimos respeto y dignidad.

José Juan Olvera Gudiño
6 de febrero de 2017


Algunos links de interés:

Directorio de Organizaciones y Clubes de Oriundos / Instituto de los Mexicanos en el Extranjero
Red mexicana de Líderes y organizaciones migrantes
Proyecto Inmigrantes ICS, INC.
Dream in Mexico. Red de apoyo a estudiantes migrantes de retorno a México.

 

2 Comentarios

  1. Reblogueó esto en GABRIELA VILLEGASy comentado:
    «En el camino podríamos ir aprendiendo hasta dónde nuestra política exterior ha sido oportuna y eficaz y qué parte estamos pagando por una política indolente, omisa y retardada».

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